Es muy triste para la sociedad colombiana que se estén presentando casos de maltratos a la mujer y que en muchos casos terminan en feminicidios, producto de la intolerancia social y del detestable machismo que todavía se sigue reflejando en algunos hogares en Colombia. Desde esta tribuna hemos sido reiterativos, que las estadísticas oficiales reflejan la violencia de género, hechos aberrantes que se han vuelto imparables. Se ha vuelto frecuente el uso de armas de fuego, como la forma convencional de atentar contra la vida de las mujeres. De esta realidad, tampoco escapa nuestro departamento. Precisamente, en el anterior año nos hemos conmocionado por varios casos que están reflejando la crisis social profunda, en que se encuentran algunas familias huilenses, que merecen toda la atención del Estado.
La racha de muertes violentas de mujeres en algunas regiones del país está preocupando a las autoridades nacionales. Tal es el caso ocurrido el domingo anterior en Bogotá, cuando se celebraba el día de la madre. El feminicidio de Érika Aponte Lugo conmueve a los colombianos. La joven de 26 años falleció tras recibir dos disparos de su expareja Christian Camilo Rincón Díaz en la zona de comidas del centro comercial Unicentro, en Bogotá, quien después se suicidó. Deja huérfano a un menor de edad. Tras una discusión en el lugar, el hombre persiguió a Érika y la asesinó. En el momento del feminicidio, Rincón vestía una chaqueta del Sistema de Transporte Masivo y un carné de la empresa Group Seguridad SAS.
Igualmente, en Santa Marta, un hombre asesinó a su esposa en plena celebración del día de la madre. Este nuevo caso de feminicidio ha conmocionado en esta ciudad, donde se registró el segundo asesinato de una mujer en menos de 10 días. Gloria del Carmen Rodríguez Retamozo, de 43 años, perdió la vida a causa de un violento ataque con arma blanca propinado por su esposo, Julio César Fonseca Rangel. En lo que va ocurrido del año, se han presentado 64 casos en el país.
La ideología del género afecta a toda la población, porque se ha modificado el paradigma en Colombia, respecto al registro de nuestras identidades que ya no tienen el destino genital, sino que ver con la fortaleza de la autonomía y el libre desarrollo de las personas. Bastante se ha dicho sobre todo lo que está mal acá, pero por momentos pareciera que son demasiadas las resistencias para pasar de las condenas, de las cifras y de los diagnósticos a las acciones que permitan transformar una realidad marcada; hay que decirlo con claridad y contundencia, por un machismo tóxico que se asoma para hacer daño a todo nivel, en el momento y en las instancias menos esperadas.
