Diario del Huila

No hay luces en el infierno

Ago 28, 2023

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Por: Gerardo Aldana García

En los oscuros recovecos del infierno que pintase Dante, no hay lumbre alguna, ni siquiera el inquieto agujero plateado de una luciérnaga. Sin embargo, cual celestial esperanza, Beatriz se muestra madrina de las lamas perdidas, divorciadas de los ojos del inconmensurable creador.  El Dante Alighieri nos deja conocer en La Divina Comedida, el horror que viven las almas de seres caídos, a través de nueve círculos, siendo el más duro y cruel, aquel que está más al centro de las circunferencias y, menos dolorido, el que apenas bordea el esquema circular. No existe una planta generadora de luz para limpiar las tinieblas del infierno.  Podríamos imaginar que, de repente el astro rey rompiese las capas de la tierra y por un instante se pudiese ver la profundidad del infierno infra dimensional de Dante; no obstante, los habitantes de dicho mundo, seguirían extrañando el color de la ceguera, con el cual se han fusionado.

Esta disquisición sobre la obra de Dante nos lleva fácilmente a palpar el nervio de la desesperanza que vive Colombia cada día, por cuenta de un ambiente de inseguridad e incertidumbre en el que la muerte y el abuso se vuelven cada día más normales, castrando en cada ciudadano la capacidad de asombrarse ante los flagelos que rompen la armonía de los connacionales. En medio de la inestabilidad institucional, emergen paradigmas de control de los territorios, en donde nuevos actores se visibilizan con un mensaje de control de las regiones, promulgando decálogos de normas de comportamiento ciudadano, indicando que, aquel que no cumpla las disposiciones, tendrá funestas consecuencias. Ciertamente, no es necesario morir físicamente para ir al infierno de Dante; los horrores ya se viven aquí y ahora; y lo peor del caso, no se advierte una Beatriz salvadora. Ni si quiera se asoma para dar ilusión de cambio. Muy al contrario, vuelan sobre campos y ciudades, imponentes buitres tras la agonía de un sistema capitalista y democrático en el que generaciones enteras de colombianos se han visto crecer.

Se escucha en boca de muchos colombianos la tesis de que, puede resultar positivo el ejercicio de control que ahora ejercen sobre diferentes territorios, facciones de grupos revolucionarios que han llegado a las localidades para quedarse, y quedarse mandando. El hecho es que, en medio de la desatención de los organismos del Estado, la aparición de estos grupos, al margen de la ley, parece tener visos de aceptación en comunidades que ven con respeto y abnegación, la justicia impartida por los comandantes quienes expresan no estar de acuerdo con malos comportamientos, tales como: consumo de drogas, hurto, asesinatos, alcoholismo, peleas callejeras, violaciones, etc. Ya se siente en el ambiente la sensación de una especie de limpieza social, misma que alienta en algunos la esperanza de orden y llena de incertidumbre y miedo a otros.  ¿Pero cuál es la luz para esta Colombia a oscuras? No se advierte aún. Aquí ni siquiera hay un túnel, sino un laberinto maldito, sin una salida al menos dibujada.  En el infierno que se vive, se observan negocios que han cerrado, fuentes de trabajo agotadas, iniciativas de venta de inmuebles declinadas.

Ay, Beatriz del Dante, o acaso María Santísima, dirían los católicos, aparece pronto en este mundo oscuro y frio; tal vez, de tu mano, la luz del equilibrio, la productividad y el crecimiento, regresen a la vida nacional.

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