Con la entrada en vigor de La Ley 2232 de 2024, a partir del día anterior, quedó prohibido en Colombia el uso de seis productos plásticos de un solo uso. Cuando acudíamos a los supermercados o almacenes de cadena, estábamos acostumbrados a comprar bolsas de plástico para empacar los bienes que adquiríamos para el consumo de nuestros hogares. Sin duda, era un producto que más impacto generaba con su salida del mercado: las bolsas plásticas de un solo uso, las que más consumíamos. Con ello, nos tendremos que desacostumbrar al uso del plástico, que formaba parte integral de nuestras vidas. La sociedad colombiana evolucionó con éste y de alguna manera nos volvimos adictos este insumo, que una vez utilizados, llegaban a los rellenos sanitarios y en otras ocasiones, a los ríos y, por ende, a los mares., generando un gran problema de contaminación ambiental, por los daños ocasionados a las especies marinas. Y como si fuera poco, el daño irreversible a las personas que consumimos pescados y otros productos de origen marino, por los piroplásticos, que son nueva forma de contaminación por plástico, que ha sido transformada por el fuego. Su apariencia confunde incluso a los científicos.
Esta Ley, prohíbe los siguientes usos de bolsas plásticas: en los puntos de pago de los establecimientos comerciales, las utilizadas para embalar periódicos, revistas, publicidad y facturas, los rollos de bolsas vacías en superficies comerciales, o sea, las bolsas en las que se guardan las verduras, frutas y tubérculos en las tiendas y supermercados; los mezcladores y pitillos para bebidas; los soportes plásticos para las bombas de inflar; y los soportes plásticos para los copitos de algodón utilizados en la limpieza de los oídos. Nos toca cambiar de paradigma. Con esta medida se busca mitigar los efectos negativos de los plásticos en el medio ambiente, promoviendo prácticas sostenibles. Con ello, se logra impulsar y potencializar a través de esta normatividad, estrategias de mejorar el ciclo de vida, la economía circular y la responsabilidad extendida al productor, promoviendo en tal sentido la reutilización y el reciclaje de materiales. Claro está, que la implementación de esta Ley presenta desafíos significativos, tanto para las industrias como para los consumidores. La transición hacia prácticas más sostenibles requiere de un cambio cultural y estructural.
Todos estamos de acuerdo que los necesarios esfuerzos para hacerle frente al deterioro de los ecosistemas le corresponden no solo al Estado, sino a toda la sociedad. Con esta Ley es un gran logro que se obtiene, para contrarrestar los efectos nocivos que generan el uso irracional del plástico en todas las actividades de nuestro quehacer cotidiano. Con ello, aportamos un granito de arena, para contrarrestar los graves daños en la salud de los seres vivos en los océanos, además del impacto negativo en el equilibrio de los ecosistemas marinos.
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