Diario del Huila

NO MATEMOS A LAS ABEJAS

Ago 7, 2023

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Por: Luis Alfonso Albarracín Palomino

alfonso519@gmail.com

El territorio colombiano es propicio para que exista una migración permanente de abejas y avispas africanizadas, que se ubican en sitios estratégicos en zonas arbóreas, las cuales no ofrecen peligro sino tienen la intervención humana. Pero la tradición de las familias es inmediatamente de temor y de rechazo por el peligro de sus picaduras, cuando son provocadas por personas que no conocen la forma de controlarlas. Inclusive pueden provocar una estampida de éstas, con el riesgo de ser picados, que inclusive pueden provocar la pérdida de vidas. En varias ocasiones he sido objeto de la ubicación de panales de estos insectos himenópteros alrededor de mi vivienda, que contribuyen a la seguridad alimentaria del planeta porque tienen la función de ser polinizadores. El susto mayúsculo de mi familia y de los vecinos. Llamamos a la CAM, a los bomberos y a la Defensa Civil Colombiana, para que las saquen del lugar donde se habían ubicados. A veces la paciencia, y el miedo era grande por la amenaza que representaban, por la presencia de menores de edad.

Cuando estaba alguna vez observándolas, circulaba un señor de la tercera edad por la calle y al verme preocupado, empezó con una risa burlona que todavía la recuerdo en mi mente, a hacerme unas recomendaciones. “Es muy fácil espantarlas”. Estas frases las recuerdo mucho de ese desconocido. “Traiga una botella de gasolina, envuelva un pedazo de periódico y empapelo bien. Luego con una cinta pegue el envuelto de periódico impregnado de gasolina y lo pega a un metro de distancia. Hágalo en la noche, cuando estén dormidas. Usted no las va a matar. Si quiere a la hora vuelva y visite el panal y observa que no hay ninguna. Al otro día puede bajar el panal desocupado. Sáquele la miel si quiere. Nunca más vuelven a este lugar. Todas han huido hacia otros lugares”. Así lo he recomendado a mis conocidos cuando ocurre este hecho biológico de la vida animal.

Claro está que existen otros procedimientos modernos que utilizan los organismos de socorro. No quiero entrar a polemizar con ellos. He escudriñado en las redes sociales, journals, revistas científicas y no he encontrado estudios que me reafirmen este saber popular. Lo único cierto que no debemos matarlas. Hay que protegerlas. Para la sociedad colombiana es claro que los cultivos de frutas y verduras de los que depende la dieta de los colombianos no llegarían a nuestras mesas sin la tarea silenciosa de polinizadores como abejas, polillas o murciélagos. Ante el grave riesgo de extinción que corren por la transformación de sus hábitats, es destacable la labor que vienen emprendiendo las Corporaciones Autónomas Ambientales con la puesta en marcha de la política pública de fomentar los polinizadores.  Cerca de 90 cultivos en el país como el café, el mango, el cacao o el tomate necesitan de la polinización, que a su vez permite la provisión de alimentos. Es tan crucial su rol para la seguridad alimentaria que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que tres de cada cuatro cultivos para consumo humano dependen, en cierta medida, de los polinizadores.

Para conocer la importancia del papel que desempeñan las abejas en la preservación de los seres humanos, hay que entender la polinización que desarrollan estos insectos. Se trata del proceso de reproducción de las plantas que implica el traspaso de los granos de polen de los estambres (parte masculina) al estigma (parte femenina) de la propia planta o a otra de la misma especie. Los óvulos fertilizados se convierten en la semilla o el fruto. Al contrario de lo que sucede con los mamíferos y, por ende, con los seres humanos, el proceso de reproducción de las plantas necesita de un intermediario. Como no se pueden mover de su lugar, tiene que ser un agente externo el que realice la labor de polinización.

En Colombia, aún no se han concretado los proyectos de ley que buscan controlar y limitar el uso de ciertos insecticidas a favor de la existencia de las abejas. Sin duda, esa tarea pendiente se tendrá que cumplir en los próximos años, cuando las regulaciones internacionales también presionen mejores prácticas en la agricultura nacional para cumplir con estándares más sustentables.

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