Los feminicidios en Colombia se han convertido en una impresionante tragedia que se está incrementando a la vista de todos. Diariamente los medios de comunicación están difundiendo los registros dolorosos y vergonzantes para cualquier sociedad de los crímenes que se están cometiendo diariamente en nuestro país. Las muertes de mujeres se han vuelto un paisaje, así suene muy cruda esta expresión. No lo podemos permitir. La mayoría de los casos son ocasionados por sus exparejas. El hecho de ser mujeres, producto de un machismo tóxico, Así de simple y así de absurdo. El Huila no se sustrae a este flagelo.
Hay casos mediáticos como el asesinato de la ingeniera industrial Katherine Andrea Caviedes Montealegre, de 35 años quien perdió la vida a manos de su expareja. Los hechos ocurrieron el domingo anterior en un motel ubicado en la vía Neiva – Palermo, donde, según fuentes, la occisa fue víctima de un ataque perpetrado por su expareja sentimental. El fatídico hecho pasional tuvo lugar cuando ingresó al motel en compañía de otro hombre, momento en el cual su expareja, un exmilitar, los interceptó. Versiones indican que el agresor, quien los venía siguiendo, ingresó a la habitación y, tras un altercado, disparó contra la mujer. Las autoridades han iniciado la búsqueda del presunto agresor que se encuentra prófugo. La sociedad huilense ha manifestado su repudio ante este acto de violencia de género.
Es muy triste para la sociedad colombiana que se estén presentando casos de maltratos a la mujer y que en muchos casos terminan en feminicidios, producto de la intolerancia social y del detestable machismo que todavía se sigue reflejando en algunos hogares en Colombia. Desde esta tribuna hemos sido reiterativos, que las estadísticas oficiales reflejan la violencia de género, hechos aberrantes que se han vuelto imparables. Se ha vuelto frecuente el uso de armas de fuego, como la forma convencional de atentar contra la vida de las mujeres. Precisamente, en el anterior año nos hemos conmocionado por varios casos que están reflejando la crisis social profunda, en que se encuentran algunas familias huilenses.
Incansablemente se ha enfatizado, en diferentes sectores, la necesidad de educar desde la primera infancia sobre el respeto, la tolerancia, la igualdad, la diversidad, las diferencias y la equidad. Un niño o una niña que comprenda el valor de cuidar del otro y de respetar las libertades innatas del ser humano, en su vida adulta sabrá que las relaciones, de cualquier tipo, no implican propiedad y control sobre alguien. Y mucho menos, creer que el amor supone castigo. La ideología del género afecta a toda la población, porque se ha modificado el paradigma en Colombia, respecto al registro de nuestras identidades que ya no tienen el destino genital, sino que ver con la fortaleza de la autonomía y el libre desarrollo de las personas.
