Por: Hugo Fernando Cabrera Ochoa
Los terremotos son uno de los fenómenos naturales a los que más se teme, dada su letalidad, de acuerdo a su intensidad, y a las condiciones de infraestructura que presenten las ciudades que puedan ser víctimas de éstos.
Recordemos aquel jueves 9 de febrero de 1967, a las 10:24 de la mañana, cuando un violento sismo de magnitud 7,2 Mw y profundidad superficial, se registró en los departamentos del Huila, Caquetá y Tolima, donde se presentaron colapsos, daños severos en construcciones, centenares de víctimas fatales y varios centenares de lesionados. Este hecho, aún recuerdan quienes lo vivieron, como una monumental tragedia.
El 31 de marzo de 1983, un temblor de gran intensidad y con una profundidad de 12 a 15 kilómetros azotó a la ciudad de Popayán. Esta fatídica fecha coincidió con el Jueves Santos de ese año. Fue un terremoto que alcanzó los VIII grados en la escala de Mercalli, dejando también centenares de personas fallecidas (Se habla de 300).
El terremoto de Páez el 6 de junio de 1994, fue un sismo que sacudió al sur-occidente de Colombia, dejando un número aproximado de 800 muertos. Este hecho es considerado el segundo más mortífero en la historia del país.
El primero fue el del eje cafetero, una región muy golpeada por un movimiento telúrico que alcanzó una intensidad de 7,1 en la escala de Mercalli, ese triste e inolvidable 25 de enero de 1999, fecha en la que perdieron la vida cerca de 1200 compatriotas.
No son los únicos terremotos ocurridos en Colombia, también se presentaron fuertes movimiento de tierra en el último siglo, en Nariño, Santander, Valle del Cauca, entre otros, con un número significativo de víctimas.
Todo lo anterior para escribir acerca del devastador terremoto ocurrido en Turquía y Siria, el cual arroja hasta el momento un resultado que se aproxima a los 19.000 muertos y una cifra estremecedora de heridos (Las autoridades calculan que el número sobrepasa los 70.000), un cataclismo demoledor que ha hecho estremecer a los habitantes del mundo entero.
Esto me ha hecho reflexionar sobre muchas cosas, una de ellas lo poco preparados que estamos como ciudadanos para una situación de este tamaño, de la cual no somos ni estamos exentos, pues ya pasó una vez en el 67 y otra vez en el 94, aunque no de este tamaño.
Por otro lado, lo poco preparadas que están las autoridades para enfrentar un siniestro de este nivel, y lo digo no porque no haya organismos de socorro como Bomberos, Defensa Civil y Cruz Roja, muy activos todos; sino porque el efecto demoledor es tan grande, que las buenas intenciones y un simulacro al año no son suficientes. Debe haber mucha más preparación, capacitación y dotación, para atender una tragedia de esta magnitud. Por esta razón es que digo, que no podemos ser ajenos al desastre. ¡Que Dios nos ampare!
Adenda:
Ayer se celebró el día nacional del periodista, por lo cual expreso mi saludo de felicitación y reconocimiento para quienes ejercen esta maravillosa profesión y oficio.