DESHOJANDO MARGARITASPor Margarita Suárez
Me pasó un caso de no te lo puedo creer. Con mi hermana tenemos un parqueadero desde hace cerca de15 años en el centro de Neiva. Para seguridad nuestra y de los clientes, hicimos una cuantiosa inversión en la compra de nueve cámaras de alta gama con un monitor que permite ver imágenes en excelente resolución, con sonido incorporado. De pronto llega una cliente en su camioneta a toda carrera, parquea su carro de afán, lo pone bloqueando dos carros, al salir deja las llaves y se va. Mi sobrina que trabaja en el parqueadero de 1 a 4 pm, observa que la camioneta está mal parqueada y procede a correrla. La señora regresa, paga el servicio de parqueadero, retira su vehículo y se va. Según su versión, al llegar a casa, su esposo se sube al carro y le dice: “no está la cadena, se la robaron en el parqueadero”. Mas de media hora después llega el esposo a pedir al parqueadero que le devuelvan la cadena de oro que cuesta $4 millones de pesos. Según afirma, se la robó la empleada cuando corrió el vehículo. La “prueba reina” es que la ella se subió al carro. Obvio que sí, porque para eso dejaron la llave, para parquearlo mejor. Además, esa es la función de la empleada. Mi sobrina ya había salido de trabajar cuando el cliente llegó en el mismo carro. La hizo venir desde su casa para que según dijo “me devuelva la cadena, ella se la robó de la gaveta donde están los cambios”. Mi sobrina explica: “Cuando corrí el carro que estaba mal parqueado, no vi ninguna cadena, si hubiera estado ahí seguramente la habría visto”. La esposa dice que no vio la cadena entre su carro cuando salió del parqueadero, sin embargo, no hizo ningún reclamo. Dice que sólo cayó en cuenta cuando su esposo preguntó por la cadena. El señor nos amenaza con tomar una foto del frente del parqueadero para decir por redes que somos ladrones. La amenaza la hizo delante del Subintendente de la Policía, Yeison Ramírez, quien acudió al parqueadero tras su llamado. El uniformado aclaró que no pertenece al cuadrante de la zona del parqueadero. El acusador decía que la única salida al problema era que le devolvieran su cadena. Cuando se retiró en su vehículo, desde el carro gritaba: “Hay un millón de pesos de recompensa al que devuelva la cadena”. Insólito.