El relevo en la cúpula militar del Estado ha generado diversas interpretaciones en la opinión pública, por la implicación que ha tenido la salida masiva de más de 50 generales y oficiales, que han venido liderando la lucha contra el narcoterrorismo y la delincuencia rampante que corroe los estamentos de la sociedad y que han puesto en serios aprietos a la paz y a la tranquilidad de los hogares colombianos. Hay que reconocerles a estos ilustres servidores de la patria que dejan sus cargos, la labor que han tenido por los resultados exitosos contra los líderes de estas organizaciones criminales. Desafortunadamente algunos hechos que algunos miembros de las fuerzas militares, han cometido por los excesos contra los derechos humanos, durante las últimas décadas, han incidido para que el nuevo gobierno del presidente Gustavo Francisco Petro Urrego, haya tomado la decisión de realizar esta purga en la cúpula militar del Estado colombiano.
Aunque el enfoque será la seguridad humana, que, de acuerdo con expertos, se limitan los elementos militaristas en la seguridad y se enfocan las estrategias para fortalecer el ser humano, como eje fundamental de la sociedad. Pero existen muchas dudas, dada la coyuntura actual que está sufriendo la sociedad colombiana. El aumento exponencial de la inseguridad ciudadana, actos terroristas, el narcoterrorismo, entre otros detonantes que están impulsando el cometimiento de las principales transgresiones al Código Penal Colombiano, ¿servirán estas estrategias que tiene estructurado el gobierno nacional para contrarrestar los delitos mencionados y el aumento de los crímenes y masacres en el país?
Este es un gran interrogante que nace de algunos sectores de la opinión pública, que ven muy débiles este accionar gubernamental que se debe impulsar en el territorio nacional. Todos conocemos que uno de los principales combustibles para estos hechos delictivos es el narcotráfico. Si se pretende legalizar la producción y consumo de éstos, será muy difícil lograr resultados exitosos. La presencia de los carteles mexicanos de las drogas, y de organizaciones criminales transnacionales, generan dudas sobre la efectividad contra esta lucha, que llevamos décadas perdiéndola. Colombia no puede actuar sola. Dependemos de la implementación de duras políticas públicas de las demás naciones del mundo. Lo anterior, puede convertirse en un simple saludo a la bandera.
Además, la pobreza, las inequidades sociales y la concentración de la riqueza en manos de un mínimo porcentaje de la población colombiana, impulsa el actuar criminal de estas organizaciones. La paz con hambre no se logra. Se van algunos generales, que han dejado una impronta positiva en el actuar de las fuerzas armadas de Colombia, por los resultados contra estas estructurales criminales, que solo han dejado muerte y desolación a miles de hogares de Colombia. Se va la experiencia.