Iniciamos un año retador, la incertidumbre se mezcla con el optimismo estos primeros días de enero. Sin duda hay razones para ser optimistas: cerramos el año con un sector privado fuerte y resiliente que logró una impresionante cifra de crecimiento económico; para los emprendedores el panorama no puede ser mejor, personajes como David Vélez o Simón Borrero dejaron un viento de cola favorable y hoy todos los grandes fondos de inversión miran a Colombia con muchísimo interés, hay más de medio centenar de startups creciendo a pasos agigantados y jugando fuertes en mercados internacionales; y la crisis global en la cadena de suministros plantea grandes oportunidades para Colombia por su posición geográfica que de ser bien aprovechada puede convertirlo en un jugador importante en el comercio global.
El escenario no podría ser más alentador. Sin embargo, la incertidumbre aparece rápidamente y nubla el optimismo. Gustavo Petro, por ahora lidera la carrera para ser Presidente con amplia diferencia con los demás. Lastimosamente, es el único candidato que plantea una visión de país (que produce pánico pero visión al fin y al cabo). Su propósito es el de implementar un modelo de socialismo del siglo XXI, restringiendo las libertades individuales y destruyendo las económicas. Todas sus propuestas generan miseria y afectan directamente a los colombianos más vulnerables. En la conformación de sus listas al congreso quedó claro que lo que busca es controlar las instituciones a través de la corrupción. Como sus amigos en Venezuela y Argentina entendió que la garantía para acumular poder es volviendo ricos a sus aliados, por esto invitó a políticos tradicionales, herederos de guerrilleros y paramilitares. Este panorama hizo que uno de los temas de conversación en la cena del año nuevo fuera la posibilidad de emigrar en junio, luego de la segunda vuelta presidencial.
Sin duda los colombianos quieren un cambio, los jóvenes piden más oportunidades y todos queremos ver un país que reduzca la pobreza a tasas elevadas y solucione sus problemas estructurales. Hasta el momento los otros candidatos parecen no haberlo entendido o al menos en sus estrategias de comunicación no aparece el discurso de cambio que queremos oír. Las propuestas de todos (menos Petro) han sido lugares comunes, continuar lo que tenemos y no comprometerse con reformas. O no tienen una clara visión de país o peor aún carecen de la valentía suficiente para defender sus posturas ante un escenario difícil.
Señores candidatos, Colombia necesita reformas estructurales que permitan aprovechar las oportunidades. Necesitamos implementar un verdadero capitalismo de libre mercado; es urgente una verdadera reforma a la justicia que en primer lugar limpie todas las manzanas podridas que hoy se encargan de administrarla; para ser competitivos necesitamos construir infraestructura de verdad y no embudos como los que inauguran hoy (vías de cuatro carriles que terminan en dos en muy mal estado). Y, sobre todo, necesitamos una política social eficiente, alejada de los estados de bienestar europeos que son imposibles de financiar, y más acorde con nuestra realidad, para que la pobreza sea una condición transitoria y no permanente. Véndanle a Colombia una visión innovadora y soñadora, solo así evitaremos que la incertidumbre se convierta en miedo permanente.
