Diario del Huila

OTRA EPS CERRADA

Mar 11, 2022

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Cada vez que la Supersalud ordena liquidar una EPS, porque no cumplen con su tarea misional, se refleja la profunda crisis que presenta la prestación de la salud a los colombianos. Que desaparezca una empresa que responde por la salud y el bienestar de una parte de la población, jamás será una buena noticia. Sin embargo, cuando esto se da, luego de muchos intentos fallidos por salvarla y con el objetivo de evitarles traumatismos a sus afiliados, tiene que aceptarse con optimismo prudente. En ese contexto, las liquidaciones recientes de Coomeva y ahora de Medimás, que venían dando tumbos, vuelve a poner sobre el tapete la estabilidad del aseguramiento sanitario en el país, dado que estos son desenlaces a los que pueden llegar otras entidades de ese tipo si no se buscan soluciones estructurales para los problemas que afectan esa arista del sector.

Porque si bien, por un lado, puede calificarse de valiente el actuar del Superintendente Nacional de Salud al tomar estas decisiones dilatadas por mucho tiempo, por otro, deja al desnudo las grietas financieras y asistenciales que arrastran todas estas corporaciones y ponen en riesgo la garantía del derecho fundamental a la salud de los colombianos. Y es que no se puede ocultar que las erosiones patrimoniales que por la falta de claridad y agilidad en el flujo de recursos que les llegan del sistema, sumadas a la mala gestión y desórdenes internos, ubican hoy a las EPS en un escenario movedizo que amenaza con derrumbarse sobre todo el sistema de salud.

Nueve millones de colombianos han sido trasladados a otras EPS. Varias siguen en la cuerda en floja. La liquidación de la EPS Medimás tomó por sorpresa a los más de 1,5 millones de afiliados, quienes deberán ser trasladados a otras entidades para no sufrir alteraciones en la prestación del servicio de salud. La empresa solo estuvo vigente durante 55 meses, pero, según la Superintendencia Nacional de Salud, 52 meses permaneció bajo vigilancia especial. Debido a la gravedad de las quejas radicadas, los inconvenientes financieros y jurídicos, el ente ordenó liquidarla.

Aquí vale la pena plantear: ¿será que al eliminar las EPS se acaban los problemas que arrastra la salud? Parte de la respuesta la dan lo que ha quedado de la desaparición de un buen número de ellas, las intervenciones prolongadas y la vigilancia especial a las que la mayoría son sometidas. Por ahora, valga decirlo, éste no es el camino si se quiere mejorar. La situación exige una mirada profunda a todas las estructuras del sistema. Y esto empieza desde el Congreso, donde se olvida que a veces, el remedio resulta peor que la enfermedad. ¿Será que el próximo turno corresponderá a la EPS Comfamiliar del Huila?

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