Por: Carlos Eduardo Trujillo González
Cómo no recordar esa semana santa del año anterior, donde por primera vez no hubo procesiones, misas con participación multitudinaria, no se llevaron a cabo sermones, ritos y eventos especiales que por años y años se venían haciendo y celebrando por parte de la religión católica en todo el mundo.
En lo personal, cuando vi la trasmisión que desde Roma y bajo la dirección del papa Francisco, celebración que paralizó muy buena parte del mundo católico y no católico por la importancia, el momento y el llamado a la oración en un evento especial y solemne como fue el Urbi et Orbi, bendición especial que mediante solicitud a la indulgencia realizó el papa Francisco; verlo caminar bajo la lluvia, solo, en la inmensidad de un recinto majestuoso como es el vaticano, una plaza de San pedro desocupada por las medidas tomadas y el miedo al contagio que por la época ya azotaba a países europeos como Italia, España y Francia ente otros, donde los muertos según noticias se contaban por miles.
Fue el momento cuando se me arrugo el alma, mi corazón, la piel, y por mi mente se juntaron y pasaron sentimientos encontrados, me refugie en ese momento bajo la compañía de mi familia, esposa y mis hijos, solos y alejados de la ciudad en un sitio campestre, lugar donde nos albergamos; de verdad se me erizo el alma, no decía nada, no pronunciaba palabra mientras veía la trasmisión, pero sinceramente pensé que era el comienzo del fin.
Este año en el que ya muchos de los tal vez vieron esa sublime, solemne e inolvidable trasmisión, hoy no están por los efectos de esta terrible pandemia ocasionada por un maldito virus llamado Covid-19, la indiferencia de muchos, la indisciplina de una comunidad mundial a la que le importa más el mercantilismo, el consumo, el dinero, el poder y tantas cosas vanas, más que la propia vida.
Se alistan normas, decretos y medidas, que, a decir verdad, no se cumplen; pues relajados están aquellos que ya les dio y siguen vivos, la llegada de las vacunas, “esfuerzo no reconocido por los que solo se dedican a criticar, muchos de ellos que solicitaban y pedían que llegaran, hoy dicen que no se la podrán” así como la indisciplina, la irresponsabilidad y las necesidades mercantilistas, propias de una comunidad consumista, situación que nos tiene al borde del tercer pico.
Importante sería que se reglamentara, vigilara y permitiera la compra por parte de las empresas, en pro del bienestar social de sus empleados, así como sus familias, ya que la compra y vacunación permitirán fortalecer y acelerar la inmunidad de rebaño que tanto se espera. ¡La tarea es de todos!