La sociedad colombiana continúa sufriendo el peor flagelo social y económico por el creciente desempleo, que está afectando el bienestar de las familias en este país. Cada vez que el Dane promulga mensualmente las cifras oficiales del mercado laboral, se ve reflejando la crisis en que se debaten, por la falta de oportunidades laborales. Desafortunadamente la aplicación incoherente de los instrumentos de la política macroeconómica en Colombia, están generando este marcado desequilibrio del mercado laboral que no vislumbra una solución en el corto y mediano plazo, por los efectos que han tenido sobre su dinámica productiva. La actual coyuntura económica está presentando un alza de las tasas de interés, que el viernes anterior quedó en 13,25% y nuevamente con un proceso de devaluación del tipo de cambio que empezó a generar una incertidumbre porque el precio del dólar volvió a superar la barrera de los 4.600 pesos, lo cual puede provocar un colapso en el mediano plazo, sino se corrige el accionar gubernamental, que a la fecha ha sido errado. En su lugar, se requiere un modelo que baje la tasa de interés de una vez por todas y revalúe la moneda en forma directa.
La problemática es estructural. La economía colombiana se encuentra en estado de un déficit en el ahorro nacional, que data de décadas atrás y que la fecha no ha sido corregida. Tenemos una demanda agregada superior a la oferta agregada. Mientras tenemos un decrecimiento económico, la inflación se encuentra desbordada. En materia de comercio exterior, el panorama es desalentador. Las importaciones son superiores al ritmo de las exportaciones de bienes y servicios, generando también un déficit en la cuenta corriente. Los inversionistas en TES, convertibles en divisas, se mantienen con tasas de interés superiores a la tasa de referencia que ofrece el banco emisor.
Además, la economía colombiana creció 7,5 % durante el año anterior. La expansión del PIB situó al país como una de las economías con mejor desempeño entre sus pares a nivel global, pero las proyecciones para 2023 son mucho menores. El Banco de la República aumentó en marzo su pronóstico de crecimiento del PIB para 2023, pasando del 0,2 % al 0,84 %. Pese al aumento, las minutas de la reunión de abril señalan que la actividad económica sigue mostrando una desaceleración importante frente a su dinamismo de 2022, como se deduce de la caída de importaciones, las menores iniciaciones de vivienda, la reducción de las ventas de vehículos, el debilitamiento de la producción real manufacturera, y la reducción del crecimiento de la cartera crediticia, entre otros, factores que van a incrementar los niveles de desempleo en el país. Durante la presente semana, el Dane va a pronunciarse sobre el nivel de desempleo del mes de abril. Podemos inferir que las condiciones macroeconómicas no son optimistas.
