La ciudad de Neiva y algunos municipios del departamento se han vuelto el foco de los atentados terroristas por parte de las disidencias de las Farc, quienes se han convertido en los verdugos de las personas naturales y empresarios, para exigirles mediante amenazas, el pago de vacunas extorsivas a las oficinas que cumplen funciones de cobro como la Dian, pero de una manera ilegal, donde deben acudir a las montañas del país, llevarles el dinero para financiar sus actividades narcoterroristas. Desde que se posesionó el presidente de los colombianos, Gustavo Petro Urrego, se empezaron a presentar estas alteraciones del orden público en el territorio colombiano y el departamento del Huila, no se sustrae de este fenómeno de violencia que tiene en ascuas a todas las familias huilenses. El sector gremial se encuentra inerme ante la arremetida de estas organizaciones ilegales, que se han convertido en verdugos por el no pago de estos tributos de guerra.
En la noche del martes anterior, las disidencias de las Farc lanzaron un artefacto explosivo, a las instalaciones del Supermercado Surtiplaza que se encuentra ubicado en la comuna 1 de la ciudad. En menos de dos meses se han presentado 10 ataques terroristas a establecimientos comerciales de Neiva. A pesar de los ingentes esfuerzos que han venido realizando las autoridades locales y departamentales, junto con la Fuerza Pública y el Ejército, para contrarrestar esta oleada de violencia, todavía se siguen presentando estos episodios. Un panorama desolador, se empieza a vislumbrar en las noches, porque la ciudadanía en general tiene temor para salir a disfrutar en los gastrobares y otros sitios de diversión que operan en esta localidad. En horas nocturnas, Neiva es una ciudad fantasma.
Lo anterior, esta generando un panorama incierto para la dinámica económica y por ende para la generación de empleo. Además, cada vez son más las quejas que nos llegan a esta casa editorial por la forma irracional como estas organizaciones exigen fuertes sumos de dinero, las cuales deben ser entregadas en las montañas del departamento. Es la cruda realidad que estamos viviendo en medio del gobierno del cambio. Así expresen lo contrarios los amigos afectos al gobierno nacional. Esa política de la paz total ha sido un sofisma de distracción y un fracaso total. Ya nadie cree en esa retórica barata. Es innegable que estos grupos están tomando inusitado poder, mientras la situación de la población en los territorios con presencia o bajo su control no siempre tiene la relevancia debida por parte del Estado. En todo caso, el de la gente a merced de las organizaciones armadas ilegales es un problema creciente, sin que asome una salida esperanzadora en forma de estrategia de seguridad. No se vislumbra una luz al final del túnel para contrarrestar este accionar terrorista, que tiene en vilo a las familias huilenses y al sector productivo.
