Álvaro Hernando Cardona González
Continuamos mostrando el panorama sincero de la situación nacional respecto de las energías generadas por fuentes fósiles que iniciamos la semana pasada.
Es inexorable que sin un incremento inmediato en la generación de energías más sostenibles (pues todas general impactos negativos al medio natural), que sustituya la energía fósil y satisfaga la demanda creciente, sólo nos resta, sí o sí, aumentar inmediato la disponibilidad de combustibles de origen fósil. Lo demás es narrativa, o carreta, que es lo mismo.
Los recursos que hoy provee la explotación de minerales, incluidos los hidrocarburos, no pueden ser sustituidos, ya mismo, por las fuentes tradicionales. Porque si se piensa en imponernos más impuestos, al menos a los mismos, nos ahogará; y para hacerlo a quienes no tributan, no hay valor institucional.
Si estos recursos tan cuantiosos no se podrán construir, como se incluyó en el Plan Nacional de Desarrollo y en el tiempo previsto para ello, “las guarderías, comedores escolares, escuelas, hospitales, ancianatos, viviendas de interés social y campesinas, acueductos, alcantarillados, plantas de tratamiento de aguas residuales, carreteras, ferrocarriles, puentes”, y otros. Los analistas económicos se preguntan: “¿Cómo alcanzar el objetivo de hambre cero sin abonos nitrogenados y tractores que requieren combustibles fósiles para su fabricación? ¿Cómo exportar, por ejemplo, los productos de la economía, e importar lo que no producimos sin buques transoceánicos para los que todavía no hay alternativas energéticas sostenibles? Tampoco hay opciones energéticas sostenibles para los aviones y podrán así conectar los habitantes de las regiones y devolver a sus países los millones de nuevos turistas extranjeros ¿Y cómo proteger las fronteras y combatir el crimen sin helicópteros militares movidos con combustibles fósiles?”.
La UPME y el DNP deben urgentemente definir una base de datos y una contabilidad que determine la cantidad de energía fósil que se necesitará para cumplir con la metas del PND, y asegurar si la generación “sostenible” proyectada para el período podrá sustituirla. Insistimos, al menos la proveniente de carbón, que debe ser la prioridad ambiental.