Cuando acudimos a los establecimientos comerciales, los comentarios que se generan entre los propietarios de éstos y los clientes que se atreven a interactuar sobre la situación económica en que se debate la sociedad colombiana, empiezan a aflorar las expresiones de incertidumbre y pesadumbre que presenta la dinámica productiva del país. A simple vista, muchos negocios se han cerrado en los centros comerciales que operan en Neiva y en el microcentro de la capital; se visualiza un panorama desalentador por la disminución progresiva de las ventas del comercio. Igualmente, los gremios de la producción, sacan sus informes sobre los balances de los sectores económicos, que presentan cifras negativas cuando se comparan con vigencias anteriores. Desde esta tribuna de opinión, hemos sido reiterativos que la aplicación incoherente de los instrumentos de la política macroeconómica del gobierno nacional desde que asumió el actual primer mandatario de los colombianos está pasando factura a las diferentes organizaciones empresariales del país.
No queremos generar oposición al presidente Gustavo Petro. Pero la situación empresarial es muy crítica en los primeros 20 meses de su mandato, así los áulicos de la Casa de Nariño expresen lo contrario y traten de echarle la culpa a sus antecesores. La incapacidad gubernamental para manejar el Estado Colombiano les ha quedado grande. Ahí tienen los resultados adversos de los indicadores económicos que promulga los boletines el Dane. No son invenciones nuestras. Errores históricos, como implementar una reforma tributaria, que se la están declarando inexequible por pedazos en la Corte Constitucional, el aumento de $6.510 del precio del galón de la gasolina en solo 16 meses, y las pretensiones de subir el diésel a partir del próximo mes, entre otras alzas, se han convertido en una estocada mortal para el consumo nacional de las familias colombianas y a su vez, para disminuir las ventas del comercio de bienes y servicios.
Lo anterior, está provocando una disminución del pago de impuestos a la Dian, pero que producto del aumento exponencial de la extorsión y vacunas por las oficinas paralelas e ilegales de la Dian que han implementado las organizaciones narcoterroristas desde las montañas del país, están aniquilando la gallina de los huevos de oro, como lo afirmaban nuestros ancestros en otrora. Hasta los vendedores de ambulantes, pagan los tributos de guerra. Y el gobierno nacional totalmente desentendido de esta problemática. Los gobernadores y alcaldes junto con los sectores gremiales les piden a gritos mayor atención gubernamental, para atender esta problemática que corroe la armonía y la paz de todos los actores sociales del país. El presidente de la República con su equipo de trabajo pensando en la vida del cosmos y del universo, se encuentran totalmente descontextualizados de la realidad nacional. Hay que focalizar y centrar su atención para reorientar su accionar gubernamental en la búsqueda de la reactivación social y económica.
