En 1976 el Instituto Universitario Surcolombiano, Itusco, primer centro de educación superior en el sur del departamento del Huila, subió de categoría pasando a ser Universidad Surcolombiana, y convirtiéndose así en el principal centro del pensamiento científico, investigativo y social del sur del país, albergando estudiantes del Caquetá y Putumayo, además de los propios de la región.
Han pasado 45 años que han servido para que adquiera una madurez que le dé total autonomía en sus desarrollos administrativos y académicos. Sin embargo, al parecer el paso de los años no le han favorecido y en lugar de mostrar gallardía con el paso del tiempo, solo refleja que se quedó en la infancia y no ha sido capaz de tomar las riendas de su destino.
Esto se ve reflejado en el proceso tormentoso que ha llevado en los últimos años, desde que fue elegido democráticamente un rector en propiedad y que logró terminar el periodo para el que fue electo. Pero desde 2018, cuando Nidia Guzmán fue escogida unánimemente por la comunidad universitaria como rectora, todo se fue al piso.
Un año después fue destituida por el Consejo de Estado y a partir de ahí se dio inicio a varios periodos de interinidad, que a la vista, hoy no parecen tener fin. Aunque en este tiempo sin rector en propiedad el Consejo Superior dio a conocer una terna de donde saldría quien regiría los destinos de la Usco, esto no ha sido posible.
Tres convocatorias de elección canceladas y aplazadas por diferentes motivos, especialmente por la ‘epidemia’ de tutelas que la invaden provenientes de todos los frentes, cargadas de muchos intereses de todos los colores y valores y como huele todo el proceso hasta de olores nauseabundos, producto de la corrupción dentro y fuera de la institución que la está desestabilizando.
Por si faltaran líos en todo este ‘entuerto’, ayer se desbarató la terna con la renuncia de Nelson Gutiérrez, al parecer hastiado de toda la oscuridad del proceso y una nueva tutela, otra de tantas, interpuesta por la profesora Nidia, aferrada de pies y manos, que la podría devolver al cargo del que fue destituida en octubre de 2019 y se cerraría otro capítulo de este cuento de nunca acabar. Si es que no aparecen más demandas.
¿Se merece el principal centro de estudios del departamento del Huila y del sur colombiano este tratamiento tan infame, por cuenta de los intereses de unos grupúsculos dentro y fuera de la institución, que lo que menos les interesa es su misión principal, sino la forma de desangrarla hasta el final?
Tenemos todos, los huilenses, sentarnos a repensar en la universidad que queremos para nuestros hijos, la que deseamos para nuestra región, porque la Universidad Surcolombiana de hoy, no pasa de ser una ‘vieja llena de años’, a la que la vida se le pasó sin dejar un legado de nada, a nadie.