Algunos comentarios que realizaron los lectores respecto de la columna pasada fueron: ¿Pero cómo hacer el cambio?; o todos sabemos que la política es un cáncer ¿Pero cómo cambiarla?; o el problema grave es que todos son iguales.
Estoy seguro que estas premisas están equivocadas. Que los políticos que hoy nos gobiernan están mal es una verdad de a puño. Pero ¿qué no hay más? eso si no es claro. Siempre ha habido y seguirá habiendo buenos candidatos a los diferentes cargos, el grave problema son las costumbres politiqueras que nos acompañan desde siempre, la compra de votos, la manguala política, la necesidad que como seres humanos tenemos de que alguien se ofrezca a resolver nuestros problemas, así nos digan mentiras, entre otros.
Los buenos candidatos, los que dicen la verdad, así no sea la que nosotros queremos escuchar son los que no tienen grandes recursos para la compra de votos, ni para pagar millonarias propagandas, ni para montar las grandes plataformas de manguala política, y desafortunadamente se quedan solamente con el deseo de llegar.
El resultado es el sainete que ya conocemos, y así seguimos elección tras elección, con los mismos problemas, todos causados por los mismos políticos, que llegan es a robar para pagar las campañas costosisimas, y que siempre van a favorecer a los empresarios, amigos y políticos; y mientras tanto la pobreza que ya en Colombia roza el 50%, el hambre que ya va en el 28% de los colombianos con una sola comida al dia, y la falta de oportunidades para tanto joven es rampante. Todo resultado de políticas mal copiadas, mal tramitadas o direccionadas para favorecer a unos pocos.
El cambio se hace necesario, ya no es una opción, es una obligación, es un compromiso con nosotros mismos, con nuestros hijos y con el futuro que queremos dejar. Primero debemos cambiar a quienes nos representan en Cámara y Senado, que es el nido donde la corrupción campea, no volver a votar por aquellos que solo van a dormirse en las sesiones, o peor aún a los que nunca van a trabajar pero si a cobrar el sueldo, no volver a votar por quienes aprueban leyes que van contra los intereses del pueblo, como la Reforma tributaria, entre otras, ni votar por quienes se escurren y no asisten el día en que se debe aprobar una ley importante para el pueblo y que no conviene a la politiquería, no votar por quienes no asumen la defensa de la juventud, o se esconden a la hora de hacer una moción de censura a un ministro que permitió que se robaran el dinero público.
Ese es el principal cambio que debemos realizar, ya lo dije antes, pasar de la indignación social que mostramos en los paros pasados, a la indignación política y dejar de votar por los mismos. Esa debe ser la primera meta: Cambiar a representantes y senadores y después vamos por más.
