A Gustavo Petro le pasaremos la factura y les juro que nos quedará debiendo
Por: Julio Bahamón
Puedo asegurarles que ni en las elecciones del año entrante, ni en las siguientes tres elecciones podrá ganar. La deuda de Petro con el país es impagable. Como dice la cita Bíblica en referencia al perdón: Ni en setenta veces siete se verán sus posibilidades de ganar. Es mayúsculo el daño que ese fulano le ha endilgado al país que dice querer gobernar. Y si la ciudadanía ya se dio cuenta de lo que, la colombia inhumana, pretende hacer de nuestra nación, sus actos barbaros nos abrieron los ojos y, advertidos no moriremos en combate. Muchos hemos manifestado nuestro desencanto con las tardías medidas tomadas por el gobierno para controlar el orden público desbocado como una fiera en celo. Nos preguntamos si era necesario ver a Colombia en tan lamentable estado de postración y de humillación para ordenar a la fuerza pública que saliera a restablecer la libre circulación en todo el territorio nacional. No hubo acción del ejecutivo, se pecó por omisión y eso es muy grave. Entidades económicas especializadas han publicado los daños materiales, morales y fiscales que han afectado al país y esas cifras son absolutamente escandalosas. Veamos: Mas de 8 billones de pesos en pérdidas, casi 800 policías heridos, 200 entidades financiera afectadas y saqueadas, 230 CAI de la policía quemados y destruidos, un capitán de la policía fue asesinado a puñaladas, muchos supermercados vandalizados, una veintena de sedes de alcaldías municipales quemadas, no menos de 7 millones de habitantes secuestrados por las mingas indígenas que han operado por cuenta y riesgo de los carteles del narcotráfico, solamente en Cali fueron 4 millones de ciudadanos de bien. En Neiva, estuvimos secuestrados y aterrorizados más de 400 mil habitantes. Le tuvimos más miedo a los vándalos que al mismo Covid -19. El sistema de transporte público en Bogotá, en Cali, en Cartagena, en Barranquilla, en Pereira y en Bucaramanga se vio entorpecido, y una parte importante de sus flotas de articulados fueron quemados y otros dañados por los depredadores, se cuentan entre 45 y 60 los civiles muertos por las refriegas. Más de 50 estaciones de Transmilenio destruidas en Bogotá, millones de toneladas de alimentos se perdieron en los retenes organizados por los barbaros, las exportaciones de productos agrícolas como el café decayeron en más de un 15 %, en fin, a grandes rasgos este es el panorama vivido hasta el 20 de mayo pasado, han sido días de verdadero terror, y los directos responsables de la debacle se pavonean por las ciudades sitiadas, como “Petro” por su casa. Mis columnas se ocuparon, al inicio de las protestas a defender al gobierno, y alcance en una de ellas a sugerir que se dictaran medidas de excepción, se estableciera turbado el orden interno de la nación y se decretara el estado de sitio. Naturalmente que esas citas en los diarios regionales no alcanzan a llegar al oído del ejecutivo. El señor presidente tiene muy cerca de su despacho a políticos palaciegos galardonados con preseas destinadas a los próceres de la nación, quien lo creyera, a los que escucha y eso es suficiente, no importa que no tengan la razón. He ahí las embarradas que se han visto y los desatinos en el manejo de la situación que hoy tiene casi postrada a la nación. Despabílense señores del gobierno. A ustedes. los elegimos los hombres y mujeres que seguimos las orientaciones del Dr Álvaro Uribe Vélez, ustedes le deben ese honor al partido que los postulo, el Centro Democrático, por lo que su obligación es multiplicar los talentos que les entregamos hace tres años y no enterrarlos como parece que lo están haciendo. Estoy convencido que para sortear la amenaza de la revolución bolivariana de Petro debemos permanecer unidos, pensar la manera de asegurar nuestra unidad en el inmediato futuro. Eso es lo menos que exigimos a los dirigentes, y los alter egos palaciegos deberían darse cuenta. No podemos creer insignificante que el país frente a una hipotética victoria de la extrema izquierda pueda llegar a caer en un punto crucial de poder y de libertad.
