Diario del Huila

Parapeto: Que nadie sepa mi sufrir

Ago 26, 2021

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“Te burlaste de mí, que nadie sepa mi sufrir”. Esto dice un renglón de ese hermosísimo vals peruano que retrata, en un todo, lo que le ha pasado al vecino y hermano país con su clase dirigente. Una persona que está cerca de mis afectos, de origen peruviano, me envió por solicitud mía un escrito en el cual recoge sus más sentidas opiniones sobre lo que acontece en su país. Él ha querido que los colombianos conozcamos esa bárbara realidad, sus orígenes, el contexto que vivía su Nación antes de las últimas elecciones, 11 partidos se disputaron la presidencia del Perú, varios de los candidatos llamados antisistema de la izquierda, los que quisieron mantener el sistema de derecha y los resultados finales de lo que viene pasando en los primeros días de gobierno del presidente electo Castillo. El Perú está viviendo unos momentos de mucha tensión e incertidumbre lo afirma. “Hoy el Perú está siendo gobernado por un profesor de una escuela rural primaria, comunista, con muy escasa preparación y sin ningún antecedente como político”. Aprovechando el relato que nos hace nuestro buen amigo, yo deseo que mis lectores reciban, de primera mano, de uno de sus ciudadanos la versión ajustada a los acontecimientos que la circundan, que no son muy diferentes a los que hoy nos amenazan a los colombianos, suspendidos como una espada de Damocles sobre nuestras cabezas: Nos dice que su país está lleno de complejidades históricas, geográficas y culturales. El pueblo siente que el país es rico pero que siempre le falta algo para salir del subdesarrollo. Eso mismo decimos nosotros de Colombia: El nuestro es un país muy rico con tierras fabulosas, con riquezas increíbles en el subsuelo, pero ocultamos las milenarias condiciones de pobreza del pueblo criollo. Hace pocos años el premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa escribió en su más célebre novela, ‘Conversación en la Catedral’, tratando de demostrar la desazón de su pueblo: ¿en qué momento se jodió el Perú? Lo cierto es que, paliando sucesivas crisis en los años 80, por tener un estado paternalista e ineficiente, con una economía atrofiada por la multiplicidad de empresas del sector público, llegó al poder un perfecto desconocido que le dio un giro de 180 grados a esa situación. Sin embargo, esa postura que llevo al Perú a reducir la pobreza del 60% de la población, a un 20% y que pudo ser ejemplo, a la larga se llenó de matices y de luces y lados oscuros que desdibujaron sus resultados. Para poder explicar la coyuntura política del momento se podría mencionar dos hechos que revisten mucha importancia por estar asociados al fujimorismo: El modelo de producción vigente tildado de neoliberal y la Constitución de 1993 que consagró la economía social de mercado y limitó al Estado a un solo rol subsidiario en la actividad empresarial. Esto produjo en 30 años un crecimiento acelerado del 7% pero de manera sectorial, principalmente en la costa peruana. Otros 17 departamentos particularmente aquellos más rurales de la selva y algunas ciudades importantes no sintieron las mejoras, lo que aumentó la brecha, aun mayor de desigualdades entre las regiones que se vieron favorecidas frente, a las olvidadas. Para presentarles un símil con Colombia, tenemos que en el año de 1990 se realizó de manera acelerada lo que el gobierno Gaviria llamo, Gobierno del Revolcón, imponiendo una apertura económica salvaje que redujo la economía campesina y de las regiones del sur de Colombia a una situación lamentable de pobreza. No se tuvo en cuenta la gradualidad recomendada por los expertos economistas. Al siguiente año, se promulgó la nueva Constitución de 1991 que de igual forma limitó la acción del Estado. Todo lo anterior, como nos lo explica el distinguido amigo remitente, creo dentro de una olla de presión el caldo de cultivo que, cuando la pandemia del Covid hizo presencia en el país, causó estragos porque mostró la ineficacia del Estado, especialmente en el sistema de salud y protección social. La economía se paralizó y ahondó la crisis política y económica a niveles insospechados. Esa situación fue aprovechada por los candidatos antisistema y se creó la figura de Pedro Castillo, Inexperto, de extrema izquierda, sin ninguna preparación, quien al final fue elegido presidente del Perú. El escogido representa a un partido vientre de alquiler que se denomina Perú Libre, se asemejaría a la Colombia Humana, con la enorme diferencia de que Gustavo Petro, a diferencia de Pedro Castillo, es un hombre inteligente y preparado, pero con propósitos similares. Por todos esos inconvenientes la pobreza en el Perú aumentó en un año un 10%. Pedro Castillo no es el “dueño de Perú Libre”, como Petro no es el dueño de la Colombia Humana; vamos observando que los verdaderos dueños de ambos partidos son: en Perú, el verdadero dueño es un médico radical de izquierda formado en Cuba, Vladimir Cerón militante de Sendero Luminoso y, en Colombia, los grupos insurgentes de extrema izquierda, a la cabeza las Farc y el M-19, acompañados por sectores anárquicos que odian el sistema democrático y de economía social, pero quien los representa es un político exmilitante del M-19 participante de la toma guerrillera del Palacio de Justicia en 1985 agrupación criminal que asesino a 11 magistrados de la Corte Suprema de Justicia y del Consejo de Estado. 8 o más partidos y movimientos políticos se disputarán el año entrante la presidencia de la República. ¿Qué le espera a Colombia?

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