Por: Luis Alfonso Albarracín Palomino
Desde esta tribuna he sido siendo reiterativo desde los anteriores gobiernos nacionales, que la inadecuada decisión gubernamental de seguir incrementando los combustibles de manera gradual y mensual es el peor error histórico que pueden cometer los gobiernos de turno. Sus implicaciones generan un alto impacto en las familias colombianas sin excepción, porque disminuyen sus ingresos y por consiguiente continua su pauperización progresiva, así no lo acepten el equipo económico del alto gobierno. Cada peso que le saquen de los bolsillos a los colombianos, le están disminuyendo progresivamente su capacidad de consumo. Observen los recientes análisis sobre los sondeos de opinión que se han venido realizando algunas empresas encuestadoras en algunas ciudades capitales del país. Un alto porcentaje de las personas, han dejado de consumir la tercera comida del día, por los altos costos de los alimentos, falta de oportunidades laborales y por ende la falta de ingresos suficientes para atender sus necesidades básicas.
Considero que el gobierno nacional debe buscar nuevas alternativas para no seguir estrangulando los exiguos ingresos de la población colombiana. El próximo seis de junio, cumple diez meses de haber asumido el poder el presidente Gustavo Petro, y para esa fecha, los combustibles se habrán incrementados en 3.750 pesos, si se llegase a presentar la decisión gubernamental de seguir aumentando mensualmente en 600 pesos mensualmente. Es una torpeza gubernamental. Es inaudito que se busquen solamente soluciones mediante el aumento progresivo del alza de este insumo, porque está estrangulando la posibilidad de fortalecer la dinámica productiva del país y por consiguiente afectando los exiguos ingresos de los colombianos.
Los combustibles constituyen el 13% del costo operativo de las organizaciones empresariales y es muy oneroso para la sociedad en general, que se ve abocada a disminuir el consumo de bienes y servicios y, por ende, un factor detonante para que se disminuya la demanda interna del país. Tampoco se puede olvidar que esta subida se dará en medio de la discusión de más impuestos en las próximas reformas tributarias que se tienen programadas. El equipo económico del Gobierno enfrenta el reto de encontrar el delicado balance entre la urgencia fiscal y los duros impactos sobre los hogares y las empresas. El crecimiento de este hueco ha sido de tal magnitud que, al parecer, no se vislumbran salidas distintas a la definición de esas alzas programadas, que se tiene previsto llevar este precio a los 16 mil pesos por galón hacia finales del presente año.
Pero, por el otro, las finanzas del Gobierno ya no aguantan seguir manteniendo una llave abierta de recursos, en medio de altas expectativas de gasto social. Sin importar la frecuencia y el monto de las alzas, subir la gasolina en Colombia desata tanto descontento en los hogares como efectos en las tarifas del transporte, los precios de los alimentos y la ya de por sí galopante inflación. Es momento para que los técnicos del Ejecutivo ponderen y analicen soluciones creativas que mitiguen en simultánea el déficit financiero y el impacto en calidad de vida.