AMADEO GONZALEZ TRIVIÑO
Un movimiento nacional suscitado por el gremio de las grandes empresas que utilizan el diésel como hidrocarburo para los vehículos diseñados con ese fin, especialmente tractomulas, tractocamiones o equipos de carretera, volquetas y excavadoras o retroexcavadoras entre otros tantos, ante el incremento de su costo por parte del gobierno nacional, ha degenerado en un paro que afecta la economía nacional, que pone en jaque la seguridad ciudadana y que dado el impacto que ello representa, termina por ser un movimiento político adverso a las pretensiones de un gobierno que busca y que incentiva políticas de contenido social y de beneficio hacia las clases menos favorecidas.
Se tiene igualmente que las grandes empresas transportadoras de pasajeros, los buses y muchas camionetas utilizan a su vez, éste combustible como esencia misma de su actividad laboral y del servicio público al que pertenecen, son hoy en día y de un momento para otro, los principales damnificados con esta alza, la cual estuvo precedida de mesas de negociación para su concertación, todas ellas fracasadas, por cuanto el precio entre otras cosas, debe ponerse a tono con el estándar internacional, al igual que ha sucedido con la gasolina. En el diésel o acpm, se tiene una proyección paulatina hasta el año próximo, aproximado de seis mil pesos por galón, recordando que hace más de cinco años, no recibía ningún tipo de incremento este tipo de combustible y que dicho incremento ya se hizo para la gasolina.
Que el gobierno del cambio se equivocó al no haber efectuado dicho incremento desde un primer momento o no haber adoptado esta situación conforme se hizo con la gasolina, es una consideración que ha cobrado fuerza entre algunos economistas y críticos tanto del gobierno como de los sectores de oposición al mismo, habida consideración, como ya se dijo, que en todo momento se propugnó por un consenso con el gremio de los transportadores, todo lo cual, fue un fracaso que llevó a la toma de decisiones, que no son de mucho agrado para la economía nacional, pero que se constituye en una exigencia presupuestal y que no es reversible a corto plazo.
Es esta la oportunidad, como lo he sostenido en otros tantos comentarios, los partidos de oposición al gobierno del Presidente Gustavo Petro, que han estado en campaña política para el 2026, desde el mismo momento de su elección al cargo por la generosidad del voto popular, han de recurrir a apoyar y fomentar el desorden y generar toda clase de controversias por las políticas fiscales que se adoptan al final del mandato presidencial, desconociendo y ocultando la realidad de lo que ha significado para el país, la existencia de un subsidio a los combustibles y que éste se ha vuelto insostenible frente a la realidad económica nacional.
Estamos frente a un paro político, sin lugar a dudas, así es. Todo lo que tiene que ver con la economía y el manejo de aquella en un país o en una nación, lleva a que las políticas internas se organicen y se diseñen como parte de una estrategia política de derecha o de izquierda, siempre afín a una ideología y a los sesgos de poder y del manejo del mismo por parte de la clase dirigente que ha detentado el poder.
Quiénes son los beneficiados y los perjudicados con este paro?. Sin lugar a dudas es la población colombiana, el ciudadano de a píe, las familias pobres, los obreros y los trabajadores, los profesores y estudiantes, los enfermos y todas aquellas personas de escasos recursos económicos y todos aquellos que requieren movilizarse para lograr el sustento diario en la lucha por la supervivencia en la que nos encontramos comprometidos, cuando la pobreza cobra una dimensión ajena a la realidad de los grandes potentados y son las grandes empresas transportadoras, las que ahora han de beneficiarse del caos y de la hecatombe que estamos viviendo. Es hora de que el Gobierno Nacional, sepa enfrentar este dilema, siempre y cuando las comunidades principalmente afectadas, sepan respaldar y se comprometan con el desafío de mantener la calma y la convivencia pacífica para la construcción de la nueva Colombia con la que hemos soñado.
