La Selección femenina de mayores de Colombia obtuvo el subcampeonato de la Copa América, tras perder la final, 1-0 con la selección del Brasil, quien se coronó campeón por octava vez, de las nueve disputadas anteriormente. Con tiro penal de la jugadora Debinha, venció la valla del onceno en el minuto 38 del primer tiempo. Para nuestro país es un triunfo de estas aguerridas jugadoras, que lo entregaron todo. Aplausos de pie para ellas. En una gran demostración de hidalguía, el combinado nacional logró el subcampeonato de la Copa América Femenina contra Brasil, la máxima campeona del certamen. Es meritorio este logro, porque las superpoderosas buscaban el título más importante de su historia, resultado de una lucha que han dado durante más de una década, prácticamente solas.
Colombia no tiene una Liga Femenina de fútbol digna, pero ya quisieran otros deportes colectivos, en ambas ramas, como baloncesto, voleibol, futsal, béisbol y rugby, tener la visibilidad y el reconocimiento que han logrado las mujeres en el balompié, única y exclusivamente gracias a la lucha que ellas y sus familias han librado durante los últimos lustros. Sin duda, su esfuerzo no ha sido en vano, porque el desarrollo del fútbol femenino en el país no tiene marcha atrás, más allá de que aún queda mucho camino por recorrer. Se hizo todo lo posible por ganar, aunque era una misión imposible, como también parecía hace un par de décadas hacerle entender a una sociedad tan machista como la nuestra que las mujeres podían jugar fútbol tan bien como los hombres. Y vaya que lo lograron. Es un mensaje claro para las directivas del futbol colombiano. Merecen todo el respaldo.
Atrás han quedado esos mensajes de rechazo que, en otrora, esta sociedad machista, las rechazaban porque calzaban unos guayos para jugar futbol. Inclusive se metían a las canchas para jugar con los hombres. Que las miraban como unos bichos raros y las discriminaban. Les gritaban desde las tribunas epítetos detestables como “el fútbol no es un deporte para niñas. Las que juegan son marimachas. Vayan para la casa a cocinar”. Con esta actuación, la sociedad, les gritan somos las mejores a esos ignorantes rivales.
El gobierno nacional, debe apoyar todas estas iniciativas femeninas. Ellas representan, sobre todo, a miles de niñas y mujeres que se forman en clubes y escuelas de fútbol, ahora sí con el sueño de ser algún día futbolistas, profesionales como médicas, economistas, abogadas o periodistas. Los tiempos han cambiado, en este caso para bien, y la directiva de nuestro fútbol no puede seguir anclada en el pasado. Deben dar este valiente paso debe ser el primero en una senda que conduzca a un nuevo estatus del fútbol femenino en Colombia, mucho más digno e igualitario. Felicitaciones a nuestras subcampeonas.