Por: Victor G. Ricardo
Vale la pena hacer un breve análisis sobre la situación política, económica y social en España, para que nos sirva también de reflexión de lo que acontece en países amigos, como lo es ese, donde la situación sigue completamente dominada por el tema de la pandemia.
España, al igual que Europa, sigue sumida en numerosas restricciones. A medida que se acerca la Semana Santa y mejora el tiempo, cada vez menos frío y más vida en las calles, crecen los deseos de viajar, visitar a familiares a los que no se han visto en tantos meses. Cada día que pasa, la situación económica está más comprometida, especialmente en el sector del ocio y servicios (restaurantes, cafeterías, hoteles, entretenimiento, entre otros). En España, un país en el que el paro cada vez mejoraba, ya se han hundido más de 600.000 empleos, a pesar de los mecanismos de protección establecidos (ERTEs), desde el inicio de la pandemia y más de 200.000 empresas han cerrado (1 de cada 6).
La vacunación, por su parte, va mucho más lento de lo planeado y esperado por los ciudadanos españoles. Sin embargo, el sentimiento general es que ya queda cada vez menos en el deseado retorno a la normalidad. Una de las medidas que se están barajando para acelerar el retorno a esa normalidad tiene que ver con la movilidad de viajeros. En la Unión Europea está restringida la entrada a viajeros provenientes de otros países del mundo, salvo en determinadas excepciones (residencia legal en el país, visado de larga duración, diplomáticos, entre otros). En Estados Unidos, por ejemplo, varios estados han implementado medidas similares de pasajeros procedentes del exterior. Estas políticas que no restringen del todo pero buscan mecanismos que razonablemente puedan controlar la pandemia se ven cada vez más. La Unión Europea está estudiando la puesta en marcha del pasaporte de vacunación para facilitar los viajes dentro de la UE a quienes ya hayan recibido la vacuna.
Hoy en día hay mucha preocupación en el sector turístico ante la llegada de la temporada de verano europea. El pasaporte sanitario supondría entonces un alivio al sector, tan golpeado por la pandemia. Aerolíneas, hoteles, restaurantes y toda la economía que está ligada al turismo, están presionando para que se apruebe, y lograr así mejorar su situación económica. No obstante, existen dudas sobre si esta medida es apropiada y si ofrecería algún beneficio, pues para que su aplicación sea útil habría antes que confirmar, cuánto dura una vacuna, si un vacunado puede ser transmisor del virus y cómo reaccionan los vacunados ante las nuevas variantes del mismo.
Algunos países como Francia cuestionan que se discrimine a los ciudadanos en función de que estén o no vacunados. En Francia la mitad de la población tiene dudas sobre si vacunarse o no. Creen que atenta además contra el principio de libertad de movimientos de la UE. Además, un 75% de las vacunas se han administrado en apenas 10 países.
En EE.UU. aún no se ha decidido si el estar o no vacunado puede condicionar las actuales restricciones de viaje, ni se habla por el momento de un pasaporte sanitario. China acaba de implementar un certificado que permite a las personas vacunadas viajar. Será importante unificar criterios entre los distintos países para que los vacunados de todo el mundo puedan beneficiarse de una mayor movilidad, incluidos los de América Latina. La OMS por el momento no se ha pronunciado a favor del pasaporte sanitario, pero se espera que aborde esta cuestión de manera inmediata y en especial de cara a la campaña de verano. Amanecerá y veremos.