Por: José Eliseo Baicué Peña
La mayoría de países emergentes se esfuerzan, cada vez más, por crear sus propias estrategias nacionales con el propósito de erradicar la pobreza. Se preocupan por establecer una buena gobernabilidad en un contexto democrático y por encontrar alternativas que respondan mejor a las necesidades de los ciudadanos.
No obstante, se observa que, precisamente, esos países son los que desmejoran año tras año mostrando bajos niveles de calidad de vida y un débil crecimiento económico.
Los expertos sostienen se esto se debe a que un alto porcentaje de los esfuerzos que hacen los gobiernos se basa en propuestas que no llevan a buen término. Por es, los ciudadanos, al final de los periodos de gobierno, termina aprobando esas teorías. Aunque hay algunas excepciones.
Indudablemente que la pobreza, la ignorancia, la injusticia, la corrupción y los conflictos violentos, continúan siendo las grandes causas que generan los sufrimientos y penurias de la mayoría de las personas que viven en estos países.
Claro, que no basta con generar crecimiento económico si este no se distribuye adecuadamente en la población. Es decir, se hace necesario implementar un mecanismo que permita que los recursos se transfieran de quienes los tienen a quienes realmente los necesitan.
Por supuesto, que también es necesario que los gobiernos, el Estado, los gremios, la academia y las ONGs, se comprometan con las mayorías para que el desarrollo, la justicia y la paz lleguen a todos, y se puedan lograr sociedades más libres.
Recordemos que al comienzo de todo periodo de gobierno nuevo, la población siempre espera ver mejorada su situación, su vida, su rol social. Aunque, siempre los resultados son los mismos, o peores.
Por eso es necesario que las mayorías tengan oportunidades y acceso a la adquisición y generación de conocimiento, a los avances de la ciencia y de la tecnología; pues, es urgente generar desarrollo desde abajo y desde adentro, para erradicar la pobreza, lograr calidad de vida, crear riqueza y distribuirla equitativamente y alcanzar buenos niveles de inclusión social.
Es preciso tomar medidas que conduzcan a plasmar grandes ideas, por un lado; y a ser prácticos, por el otro. Lo primero, para pensar en propuestas claras y viables; y, lo segundo, para actuar de manera puntual y eficiente en la raíz de los problemas. No se puede seguir pensando y permitiendo que los pueblos vivan a la merced de su destino. Se requiere el apoyo de toda una sociedad, y de la voluntad de mentes abiertas y libres.
Y, para todo esto, es urgente que se logre la paz.
