Carlos Yepes A.
cyepes@hotmail.com
Desde el 20 de enero del 2021, cuando tomó posesión Joseph Biden como presidente de los Estados Unidos, los demócratas remplazaron la visión sobre el cambio climático bastante controvertida por el hasta entonces presidente Donald Trump. Y no sólo el tema ambiental ha sufrido cambios en la forma de afrontarlo, a nivel diplomático la agenda tradicional enfocada en la crisis institucional, política, económica y social en Venezuela, la lucha contra el narcotráfico y los cultivos ilícitos y la gestión frente a la pandemia han sufrido cambios destacados.
Recordemos que Biden inició su gobierno superando la posición abiertamente negacionista de Donald Trump pasando con determinación a actuar frente al calentamiento global. Utilizó la capacidad de gestión presidencial para influir en aspectos ambientales expidiendo la Orden Ejecutiva sobre cambio climático a pocos días de su posesión como presidente. La orden, marcaba una tendencia para el mediano plazo de caída de la demanda de hidrocarburos la cual afectaría la canasta exportadora de países como Colombia, pero abrió para entonces una fórmula compensatoria por servicios ecosistémicos que generan beneficios globales y van asociados a la existencia de nuestros extensos bosques naturales de alta biodiversidad.
Esta orden seguramente le ha permitido a Petro, nutrir su agenda de acercamiento con los Estados Unidos iniciada el pasado viernes. El electo presidente conoce como nadie que Colombia es una potencia global en biodiversidad y regulación climática, así lo establece el Sexto Informe de Colombia ante el Convenio de Diversidad Biológica del PNUD. Este gran activo ambiental nos deja en una posición muy cómoda como nación para poder negociar transferencias que signifiquen beneficios para el país, especialmente para las comunidades que han decidido entrar en programas de conservación de los bosques húmedos tropicales. El hecho también de que Estados Unidos se haya reintegrado al Acuerdo de París, desde donde se ha venido relacionando la aparición del COVID-19 con la destrucción de la integridad de los ecosistemas, dará prioridades en todas las actuaciones que se deben tomar con urgencia para enfrentar la crisis climática favoreciendo la agenda del nuevo gobierno ante el contexto global.
En conclusión, el nuevo gobierno está previendo replantear algunos aspectos de nuestra estrategia de desarrollo apalancándose también en el tema ambiental pues se requiere, como bien lo ha manifestado, una política que nos haga menos dependientes de los hidrocarburos.
Vale la pena mencionar dos grandes propósitos que seguro estarán en la agenda del nuevo gobierno, y que tocan al Huila de manera directa, el primero, que se deben sumar inversiones orientadas a facilitar y acelerar la transición energética hacia fuentes alternativas de energía renovable (solar, eólica y geotérmica). El desarrollo de estas alternativas se puede hacer mediante alianzas público-privadas, dada la capacidad del sector privado en este campo. El desierto de la Tatacoa fue escenario de esta iniciativa por parte del presidente Petro en una de sus visitas. Y un segundo propósito nacional debe ir encaminado a incentivar la disminución de las emisiones de gases efecto invernadero mediante reconversión tecnológica en diversos sectores productivos. Dado que el cambio de uso del suelo y la ganadería extensiva son los principales aportantes de gases efecto invernadero en Colombia, es prioritaria la reconversión de pasturas degradadas en sistemas silvopastoriles, tema en el cual el Huila tiene mucho que aportar.
Quedan muchos más propósitos de la agenda del nuevo gobierno en materia ambiental para comentar, por lo pronto celebramos que el “ambiente” no puede ser mas propicio para su implementación dada la sintonía con esta orden ejecutiva del gobierno americano que favorece nuestra condición de país rico en biodiversidad, ésta se convierte en un gran activo para nuestro inmediato futuro incluso pudiendo ser ahora más importante que el mismo petróleo.
