Ruber Bustos Ramírez.
El Presidente Gustavo Petro ha vuelto a arremeter contra la Federación Nacional de Cafeteros con ataques infundados, desviando la atención de sus propias fallas y culpando a la institución por los problemas del país. Sus intentos por desacreditar a una entidad vital para la economía colombiana son simplemente actos de cinismo político.
Es fácil para él hablar desde su posición privilegiada, pero ignora el arduo trabajo y la dedicación de los miles de caficultores que sostenemos la economía del país. No nos han robado el café, como usted insinúa señor Presidente; lo que nos están arrebatando son nuestra seguridad, tranquilidad y años de progreso bajo su liderazgo incompetente.
La FNC ha sido un pilar fundamental para innumerables familias en Colombia, mientras usted se sumerge en una retórica divisiva, nosotros estamos construyendo oportunidades reales en nuestras comunidades. No somos la oligarquía a la que le gusta referirse; somos trabajadores, somos familias que luchan por un mejor futuro para nuestros hijos.
Mientras el señor Presidente se pierde en sus fantasías socialistas, nosotros enfrentamos la dura realidad de los mercados internacionales, cambio climático, plagas y enfermedades del café pero adaptándonos a los desafíos y encontrando soluciones prácticas aun con hechos crecientes de inseguridad.
El llamado es claro: es hora de dejar a un lado la politiquería y enfrentar la verdad. La caficultura colombiana necesita su apoyo, no críticas infundadas. Es hora de que como primer mandatario, reconozca el valor de nuestro trabajo y colabore con nosotros para construir un futuro próspero para los caficultores del Huila y de Colombia.
Si no está dispuesto a hacerlo, entonces que deje el camino libre para aquellos que sí estamos comprometidos con el verdadero progreso de nuestro país. Seguiremos resistiendo, defendiendo nuestro trabajo y nuestro legado, sin detenernos ante los ataques sin argumentos.
Señor Presidente, es importante recordar quiénes están del lado del desarrollo, como lo evidencia el Huila con sus 145,000 hectáreas de cultivos de café y siendo el sustento de más de 85.000 familias, convirtiéndose el mayor productor de café del país.
Finalmente, y de manera respetuosa, el llamado antes de ser incendiario, debería ser el de abordar los desafíos en materia de seguridad como la extorsión, la delincuencia y los grupos armados ilegales.
Es necesario que los productores cuenten con el respaldo de las fuerzas públicas, especialmente ante áreas del país que aún hoy son inaccesibles para la Policía o el Ejército, y se debe mejorar la infraestructura para facilitar el acceso a las fincas.
Por ello, en este contexto, es crucial recordar el papel histórico de la Federación Nacional de Cafeteros en la construcción de carreteras y otras obras, tradicionalmente responsabilidad del Gobierno, que hoy está en sus manos.
