Alfonso Vélez Jaramillo
A nadie se le ocurrió la transcendencia que iba a tener en el tiempo y en la política la noticia del robo de la espada del libertador Simón Bolívar, hace medio siglo. En un principio creyeron que había sido una incursión de algunos inmaduros e incorregibles muchachos, posiblemente de la Universidad Nacional.
No hay duda de que 50 años después, es el más emblemático acontecimiento histórico de la política reciente en nuestro país. El actual Presidente de Colombia Gustavo Petro Urrego, nació a la vida política y en la prensa nacional en los años 90s, acusado de ser integrante del movimiento autodenominado M19.
El mismo movimiento que en 1.974 robó la espada del Libertador en un asalto a la Quinta de Bolívar, en Bogotá. «Bolívar, tu espada vuelve a la lucha» rezaba el panfleto que dejó el M-19 en el lugar donde se encontraba guardada la espada.
Por algo la primera orden que dio una vez posesionado el presidente fue que llevaran la espada a la Plaza de Bolívar, durante el acto de transmisión de mando. La situó como símbolo de la lucha por ideales democráticos, un proyecto político que con las armas el M19 emprendió la búsqueda de una alternativa para Colombia, aunque uno de sus antiguos miembros ahora está en el poder ganado en las urnas.
El grupo de mozalbetes que ejecutó la acción no lo conocían ni nadie daba un peso por su futuro. Mucho menos se sabía de la formación académica ni la fuerza de sus ideales, como alternativa para tomarse al poder algún día. Era una actividad con vocación política, pero el robo de la espada fue calificado con un delito común, mucho menos que fuera una actividad a nombre de la democracia, la justicia, la libertad y la paz.
Muchos de quienes peinamos canas fuimos testigos y nos enteramos de la noticia en la prensa de la época. En mi caso, estaba muy joven y vi personalmente los afiches que habían fijado en las paredes del Capitolio Nacional, más o menos años 73 y 74, anunciando un producto “contra las ratas, los gusanos, la falta de memoria y los parásitos”, que denominaban M19.
Por su nombre se creyó que era un purgante o cualquier otro medicamento popular, menos que fuera una organización guerrillera, cuyos comandos urbanos más tarde asaltaban vehículos con leche y carne u otros alimentos, y como en la leyenda de Robín Hood, quien de capa y espada le quitaba a los ricos para darles a los pobres.
Y siguieron otros hechos espectaculares, como la toma de la Embajada de Republica Dominicana, la toma del Palacio de Justicia, el robo de las armas en el Cantón Norte, inclusive pasaron de ser un movimiento urbano a una guerrilla de corte nacionalista en los campos colombianos, con acciones muy diferentes.
El M19, tenía una idea totalmente nacionalista y democrática, disímil a las FARC, al Partido Comunista, que ya llevaba 60 años en Colombia, inclusive diferente a los demás grupos de izquierda como el ELN, que defendían los modelos soviético, cubano o el chino.
El M19, Luego de acogerse al acuerdo de paz del Presidente Belisario Betancur, ya como Alianza Democrática M19, se presentó a la Asamblea Nacional Constituyente del año 91, en donde obtuvo el 27% del total de La votación y 19 de los 70 constituyentes.
Los partidos tradicionales juntos, por primera vez en la historia, recibían una estruendosa derrota en las urnas. No hay duda de que el M-19 pronunciaba los planteamientos socialistas de la izquierda tradicional, pero caminaba hacia una democracia real, desdibujada por el modelo soviético que limitó la libertad individual, el M19 le apostó al proyecto democrático y a la libertad, como opción de poder.
Por estas y otras razones creo en el decálogo de gobierno de Gustavo Petro, por una paz real y definitiva fortaleciendo mediante el dialogo y el Acuerdo de Paz, el respeto por la persona el fin del Estado, la lucha contra la violencia y la corrupción con mano firme, la defensa del suelo y los recursos naturales, el desarrollo de la industria nacional, la redistribución equitativa de la riqueza, el apoyo a los campesinos, la cultura, las artes, el conocimiento y el respeto al ordenamiento jurídico de nuestro país, interpretando el interés general.
Sin embargo, como ciudadano y como periodista del Huila, le pido que comience en este departamento su lucha por las energías alternativas. Aquí dijo Petro en campaña, “no más represas”, la energía solar tiene una fuente muy importante en el desierto de la Tatacoa, donde se pueden adelantar sendos proyectos de desarrollo energético y social.
Para que esto tome fuerza la clase dirigente del Huila debe dejar ya sus rencillas por política y unirse para reclamar juntos y en una sola voz ante el gobierno nacional por el departamento, no por puestos ni beneficios personales.
La espada de Bolívar ya está en el poder, pero sigue en la lucha por la reconquista de los derechos, las libertades y la equidad social.