Por: Ariel Peña
Muchos ciudadanos despistados consideran que el electorado del Pacto Histórico, es el resultado únicamente del inconformismo o la frustración, en donde la gente sale a votar espontáneamente por Gustavo Petro, olvidándose de plano el trabajo ideológico que por más de 60 años han hecho en Colombia las fuerzas comunistas, especialmente en la educación, el sindicalismo, la justicia y en diferentes organizaciones populares, teniendo los resultados a la vista; ello por la desidia de la democracia liberal que no le ha puesto cara a la dogmática totalitaria del marxismo-leninismo, de pronto por un complejo de inferioridad ideológico ante los fetiches comunistas del materialismo histórico y la inevitabilidad; de ahí que Petro ha cosechado una clientela muy bien adoctrinada, ruidosa e hirsuta que no admite el debate fecundo de las ideas, cuando alguien se lo plantea.
El comunista italiano Antonio Gramci(1891-1937) decía: “La conquista del poder cultural es previa a la del poder político, y esto se logra mediante la acción concertada de los llamados “orgánicos” infiltrados en todos los medios de comunicación, expresión y universitarios”, cosa que se ha hecho juiciosamente en el país desde hace décadas por parte de los partidos y movimientos totalitarios, que usan las elecciones de lo que llaman la “democracia burguesa”, para instaurar una dictadura sempiterna de la cual es poco probable que se libere la población.
Además el candidato presidencial Gustavo Petro, fundamenta su discurso de campaña en el libro del escritor Uruguayo, Eduardo Galeano(1940-2015) titulado: “Las Venas Abiertas de América Latina”, pero Petro desconoce que el ensayista prácticamente apostató de su escrito en la Bienal de libro de Brasilia en abril de 2014, y afirmo que no volvería a leer el ensayo, porque lo consideraba pesadísimo, indicando que fue escrito, sin conocer debidamente sobre economía política, y también agregó: “esa prosa de la izquierda tradicional es pésima”, lo anterior determina un desfase histórico del candidato marxista en Colombia.
En 1971 apareció el libro antes mencionado, que por la complejidad que vivía la región en ese entonces, con conflictos sociopolíticos en diferentes países, no tardo en convertirse en fuente de inspiración para la llamada izquierda, puesto que desde puntos de vista fatalistas, miserabilistas y revanchistas, ahí estaba la Biblia de la región que respondía a las inquietudes y tragedias ocurridas desde hace de 500 años, partiendo del sur del río Bravo hasta la Patagonia, haciendo taxativamente un llamado a la venganza histórica y convirtiéndose el ensayo de Eduardo Galeano en un apéndice del Manifiesto Comunista de Marx y Engels escrito en 1848.
La izquierda latinoamericana se ha hecho la de la vista gorda ante los pronunciamientos de Galeano en la Bienal de Brasilia, y nunca ha dicho nada serio, buscando explicar la cuestión desde una mirada únicamente literaria, pero la cosa tiene más fondo, porque no solo el candidato Petro tomó el ensayo de regla infalible para su discurso, sino que también hay que recordar, que es tan significativa la obra para el castrochavismo o marxismo-leninismo, que Hugo Chávez a la sazón presidente de Venezuela le regaló un ejemplar al mandatario estadounidense Barack Obama en la Quinta Cumbre de las Américas, realizada en Puerto España, capital de Trinidad y Tobago en abril de 2009, lo que demuestra la importancia que le dan al ensayo los seguidores del socialismo del siglo XXl, quienes reciclaron los desechos del comunismo totalitario, repudiados en Europa con la caída del muro de Berlín, para implementarlos en nuestras naciones.
Eduardo Galeano reconoció que la izquierda había cometido errores muy graves, y esbozó que “Las Venas Abiertas de América Latina” pertenecen a una etapa ya superada, lo que demuestra con toda claridad que esa obra no tiene vigencia, igual a como sucede con el comunismo totalitario, al que le ponen diferentes atuendos, tales como: progresismo, movimientos alternativos, bolivarianismo, indigenismo, socialismo del siglo XXl y otros, pero al final es el mismo comunismo totalitario y como dice el adagio: “la mona aunque se vista de seda, mona se queda”.
“Las Venas Abiertas de América Latina” recibió entierro de su propio autor, siendo insensato insistir en su lectura, difusión y aplicación como lo pretende el candidato Gustavo Petro y la llamada izquierda, que lo tiene como referente histórico omnímodo, dado que la obra es descontextualizada, no solo por la afirmación de su autor que hace la autocritica, sino que además desde la óptica marxista-leninista con ese ensayo, buscan impulsar un ajuste de cuentas para vengar todas las injusticias cometidas desde el descubrimiento de América hasta nuestros días, invocando la lucha de clases para efectuar la vindicta, tomando de chivos expiatorios a quienes no se sometan al fanatismo del comunismo totalitario, en donde el “imperialismo norteamericano” es el enemigo a vencer, porque según la fabula marxista es el responsable del sufrimiento de los pueblos durante 500 años.
Olvidando que el imperio se desentendió de Latinoamérica hace 45 años, al encontrar mano de obra barata en China para sus transnacionales en alianza con el partido comunista de ese país, lo que incrementó las ganancias del capital financiero internacional y creó el neoliberalismo.
El récipe miserabilista del marxismo con “las Venas Abiertas de América Latina” no tiene ni vigencia ni defensa, y otro aspecto olvidado por Galeano en su ensayo que jamás se puede pasar por alto, es la historia de la mayoría de los diferentes pueblos de la tierra muchos de los cuales han padecido calamidades iguales o peores a las de Latinoamérica durante centurias y milenios, por ejemplo en África, Asia y Europa, ya que las desgracias y sufrimientos propiciadas por seres humanos a sus semejante no solamente se han dado en Latinoamérica.
Así como Eduardo Galeano afirmó que no sería capaz de leer de nuevo “Las Venas Abiertas de América Latina”, porque caería desmayado, se le debe recordar al candidato Gustavo Petro que el discurso basado en la obra de Galeno es desactualizado, en vista de que su mismo autor lo rechazó, a pesar de que es imposible que la clientela petrista entre en razón.