En esta época preelectoral hay dos aficiones que son comunes y parecidas, pero diferentes: El populismo y la demagogia. El populismo es la tendencia política que dice defender los intereses y aspiraciones del pueblo. La demagogia es la dominación tiránica del pueblo. Emplea halagos, falsas promesas que son populares pero difíciles de cumplir y otros procedimientos similares para convencer a los ciudadanos y convertirlos en instrumento de su ambición política. El populismo se puede considerar una excusa para otorgarle credibilidad a la demagogia. Un demagogo explota las emociones de la conducta humana para conquistar electores. Argumenta contra las leyes, costumbres y creencias vigentes, ofreciendo cambiarlas por otras pretendidamente mejores. No es difícil detectarlo, su tono lo delata. Apelan a cualquier exageración o teoría para convencer y siempre les echan la culpa de todo a los demás. Su estrategia es convencer al elector que sólo ellos pueden resolver los problemas y con mucha rapidez. En ese punto es cuando las masas sucumben a su seducción, sobre todo en tiempos difíciles como el actual, generado por la pandemia de Covid 19 que sigue perjudicando al planeta, y por las marchas que afectaron este año la economía de nuestro país. El doctor en Historia del University College de Londres, el argentino Ezequiel Adamovsky, autor de varios libros, asegura que el populismo está por todas partes y nadie puede explicar del todo cómo se ha expandido tanto. Cuando estaba terminando de escribir esta columna me encontré con una noticia que se acaba de filtrar, pero ocurrió desde junio de este año y que viene como anillo al dedo sobre el tema planteado. El senador y precandidato presidencial Gustavo Pedro Urrego, le ofreció a Alejandro Gaviria que fuese su ministro de Hacienda si llegaba al máximo cargo del país, como es su aspiración. Después que el rector de la Universidad de Los Andes rechazó la propuesta y lanzó su propia candidatura, pasó a ser blanco de fuertes críticas por parte de la Colombia Humana. La andanada de trinos y ataques que ha recibido Gaviria desde ese sector aún no para. No sé cómo interpretar esta jugada, si como populismo, demagogia, oportunismo o desespero. ¿Ustedes qué opinan?
