La sociedad colombiana no sale del asombro por la escalada alcista de todos los bienes y servicios a partir del mes de diciembre, generando un impacto negativo en los ingresos de la población que vive supeditada a unos ingresos bajos, que no les alcanzan para satisfacer todas sus demandas personales. Las familias cuando acuden a los centros de distribución de víveres y mercancías, especialmente para adquirir los víveres de la canasta familiar, encuentran que los precios se encuentran desbordados, por la situación presentada por la pandemia del Covid y por las protestas sociales promovidas por oposición.
Como era de esperarse, la inflación terminó el año 2021 por todo lo alto: una variación anual para diciembre del 5,62 % (es decir, frente al mismo mes de 2020, cuando registró un crecimiento del 1,6 %) y un incremento mensual (entre noviembre y diciembre de 2021) del 0,73 %. También como era de esperarse, el gran motor detrás de los incrementos en los precios en Colombia sigue siendo los alimentos, tanto los que se consumen en el hogar como por fuera de él: en 2021, la comida (y las bebidas alcohólicas) subieron 17,23 %.
En palabras de Juan Daniel Oviedo, director del DANE, el alza en la comida explica casi la mitad del comportamiento general de la inflación (2,73 % del 5,62 % total). A su vez, productos como las carnes de res y aves, así como los aceites comestibles, cargan con la mitad del crecimiento en el rubro de alimentos. Igualmente, los componentes asociados con la cadena logística internacional, algunas consecuencias del paro nacional y los efectos de la tasa de cambio han encarecido la producción de estos productos agropecuarios, que son muy importantes dentro de la canasta de consumo de los hogares colombianos.
También entre las variables globales que contribuyen a la subida en los alimentos están el alto costo de los insumos del mundo agrícola, que han crecido casi 60 % en el último año. También el incremento del precio del dólar, que han incidido porque buena parte de estos insumos son importados y por la compra en los mercados externos de 15.000 toneladas de alimentos para atender la demanda interna en el país, durante los últimos doce meses.
En general, una inflación elevada suele ser una mala noticia para todo el mundo. Pero este panorama gana mayor relevancia cuando se insertan en la ecuación factores como un menor crecimiento económico proyectado para 2022 y un previsible agotamiento de los ahorros personales, acompañado de un crecimiento en las carteras de deuda de las instituciones financieras. Esto, además de las incertidumbres y los ruidos que introduce el año electoral, con sus distorsiones de realidad propulsadas por todo tipo de candidatos.