ERNESTO CARDOSO CAMACHO
Es posible que a muchos de los amables lectores los desconcierte un poco el título de esta columna. Sin embargo conviene despejar de una vez el sentido que sin duda corresponde a una especie de sarcasmo político.
La Procuraduría General de la Nación ejerce la facultad constitucional de Ministerio Público, es decir, representa y defiende los derechos constitucionales y legales de todos los ciudadanos. Pero además, por mandato constitucional expreso, ejerce la atribución legal de vigilancia y control sobre todas las autoridades públicas, para lo cual, realiza la función disciplinaria sobre las actuaciones de todos los servidores públicos, labor en la cual, tiene la sagrada misión de combatir eficazmente la corrupción política y administrativa que hoy ha llegado a límites insostenibles para nuestra frágil democracia. Así mismo, el Procurador tiene específicas funciones señaladas en el artículo 277 superior.
Como se observa, con la Fiscalía, la Contraloría y la Rama judicial, son los garantes del funcionamiento del Estado al servicio de los más altos intereses nacionales y de cada ciudadano.
Para su elección, para un período de cuatro años, el presidente; la Corte Suprema de Justicia y el Consejo de Estado, tienen la facultad de nominación de la terna sobre la cual decidirá el Senado en pleno.
Tanto la Corte como el Consejo de Estado, nominaron a dos ilustres juristas vinculados estrechamente con el Partido Cambio Radical que dirige Vargas Lleras. Y en el turno del presidente Petro, sorprendió con una muy hábil jugada política, al nominar al actual Secretario General del Senado, Gregorio Eljach, quien desde hace 12 años, dispensa los favores y servicios administrativos de la alta corporación legislativa a sus 108 integrantes.
Todo indica entonces que Petro ha jugado a tres bandas y logrará la carambola el próximo miércoles 2 de octubre cuando su candidato obtenga más de 90 votos para ungirlo en tan importante posición.
Los primeros en comprometer su voto, como es lógico, es la numerosa bancada del Pacto Histórico o partido de gobierno. Le siguieron los senadores de la U; del partido Conservador; la mayoría de la bancada de Liberales; algunos petristas de la Alianza Verde; y de los demás partidos minoritarios, con lo cual tiene asegurada la elección.
La mayor sorpresa política es que acaban de anunciar su apoyo los 12 senadores del C.D, quienes en bancada y con la presencia del expresidente Uribe, decidieron por mayoría, acoger el candidato del presidente. A su turno, es muy posible que ante la eventual renuncia de los otros dos postulados, la bancada de C.R decida también sumarse al candidato del presidente, salvo que, en actitud sensata y consecuente, decidan votar en blanco.
Hay que decirlo con franqueza. La bancada del C.D con la anuencia pasiva del expresidente Uribe, empieza a echar por la borda como se dice popularmente, su principal activo político para las elecciones de marzo y junio del 2026; pues el acoger en bancada el nombre del señor Eljach, teniendo la opción digna y consecuente de votar en blanco; genera en sus militantes y en la ciudadanía, la sensación de que la férrea oposición al gobierno Petro, la resigna a cambio de unos puestos en la frondosa alta burocracia de la Procuraduría.
Lo de la carambola a tres bandas se explica de la siguiente manera. Eliminó de un tajo la posibilidad de que Vargas Lleras se quedara con tan alta posición, la cual le daría músculo político para su posible candidatura presidencial. De paso, fractura la eventual coalición de la derecha hacia dicha elección. Y coloca a su ternado en el único organismo de control que podría generarle problemas en el resto de su período presidencial.
Lo más indignante es que las bancadas de oposición, estén justificando sus decisiones con el falso argumento de que con el exsecretario tendrán todas las garantías para el ejercicio democrático institucional, pues ha sido atento y solícito con los senadores que ahora lo van a elegir. Falso argumento con el cual esconden su interés personal de mantener y/o acrecentar sus apetitos burocráticos, pues están en juego más de cien cargos de libre nombramiento y remoción con salarios de entre 32 y 40 millones de pesos.
En estas claras circunstancias es evidente que la jugada maestra de Petro significa entregarle a la clase política un gran trofeo, pues bien conoce sus desbordados apetitos en estas materias; con lo cual logra bajarle la intensidad a la oposición de los congresistas a sus proyectos en trámite; y de contera, para distraerlos de su preocupaciones por la tal Constituyente para atornillarse en el poder, los pone a botar corriente con el proyecto de Acto Legislativo de Reforma Política anunciada por el ministro del Interior. Y en este escenario de la actividad política, los ciudadanos de a pie confirmamos, una vez más, que nuestros dirigentes y partidos seguirán perdiendo credibilidad y confianza, pues los valores, principios y postulados que dicen defender, los entregan fácilmente por un plato de lentejas
