Por: Santiago Ospina López.
Con el aroma de un café Entorno los saludo,
TikTok, la plataforma de moda que ha transformado el consumo de contenido digital hacia los formatos de videos cortos, está en el centro de una tormenta política en Washington. Los legisladores estadounidenses debaten si prohibir la aplicación, preocupados por la seguridad de los datos de los usuarios, y la filtración de estos por parte del gobierno Chino. Pero, ¿qué tan justificado es este temor?, ¿Puede ser esta una estrategia de presión entre el gigante asiático y su similar en América?
La realidad es que en menos de una década TikTok ha registrado más de 1500 millones de usuarios a nivel global, cifra que me resulta difícil de digerir. La preocupación que elevan desde Washington radica en que TikTok es propiedad de ByteDance, una empresa de origen chino. Esto les ha llevado a temer que los datos personales, en principio de los ciudadanos americanos, puedan ser utilizados con fines de espionaje, entendiendo la carrera comercial entre China y Estados Unidos. En un mundo donde la privacidad digital toma cada vez mayor relevancia, y los datos del consumidor se valorizan cada vez más, estas preocupaciones no son para nada infundadas.
Siguiendo con el cuento, en marzo de 2023, la administración de Biden ordenó a todas las agencias federales eliminar TikTok de sus dispositivos con el fin de proteger la seguridad nacional. Sin embargo, esta medida ha desatado un debate sobre la libertad de expresión y el impacto económico que podría tener para el mercado americano. TikTok no solo genera entretenimiento; la empresa asiática ha generado miles de empleos y millones de oportunidades para muchos creadores de contenido en todos los países del mundo, incluyendo Estados Unidos.
Más allá de la seguridad nacional de un país ajeno, los latinos debemos reflexionar sobre cuestiones más profundas. ¿Quién debe controlar nuestros datos? ¿Podemos confiar en que las plataformas digitales protejan con completa confidencialidad la información nuestra como usuarios? La posibilidad de filtraciones por terceros plantea la necesidad a los gobiernos de implementar regulaciones más estrictas. Además, ¿cómo afectaría una prohibición de TikTok a la cultura digital, a la libertad de expresión y a la forma en la que nos hemos acostumbrado a conectarnos y compartir contenido con los nuestros?
Una posible solución ya planteada es forzar a ByteDance a vender TikTok a una empresa constituida en los Estados Unidos. Esta posibilidad sin lugar a dudas será recibida como una ofensa por parte de los asiáticos, pero es ahí donde deberán negociar. Otra alternativa podría ser implementar regulaciones más estrictas sobre el manejo de datos y la transparencia, algo para lo que los gigantes del sector privado invierten millones de dólares en lobby para que precisamente no suceda.
El usuario de TikTok debe cuestionarse con alto criterio, si está dispuesto a sacrificar su privacidad y la seguridad de su información personal a cambio del simple consumo por entretenimiento?
El futuro de TikTok en Estados Unidos y decenas de países aliados está en veremos, y con ello, la manera en la que como sociedad nos hemos adaptado a disfrutar y compartir el mundo digital.