Diario del Huila

Que tanto confiamos los colombianos

Jul 23, 2021

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Hoy quiero referirme al artículo del profesor de Economía Oskar Nupia, de la Universidad de los Andes sobre la confianza, en el que afirma: “Coleman en su libro «Foundations of Social Theory», define la confianza como una acción en que la gente deposita algo valioso en manos de otro sin que haya ningún compromiso explícito por parte de este sobre su cuidado o uso. Lo que hacemos, por ejemplo, cuando dejamos a nuestros hijos al cuidado de otro o cuando pagamos impuestos”.

Dice el profesor Nupia  que “en Colombia, el grado de confianza da lástima. Según la Word Valúe Survey (una encuesta que se hace a nivel mundial), no más del 5% de las personas en el país están de acuerdo con esta afirmación. “Confiamos muy poco en los demás. Y si nos comparamos con otros países, somos quizás el país en el que hay menor confianza en el mundo.  Según una encuesta hecha por Usaid y Acdi/Voca en 2019, solo el 21,7 % de las personas confía en la mayoría de sus vecinos.  En cuanto a la confianza en las instituciones la cosa es mucho peor. Según esta misma encuesta, solo 10,6 % de las personas confía en su Gobierno local y 9,1 % en el Gobierno nacional. Se confía un poco más en los empresarios (12,7 %) y  el 47 % confía en las iglesias, independientemente de la religión”

Sobre cómo se forma la confianza hay varios estudios;  Unos han mostrado que las mujeres y la gente religiosa, tienden a confiar más. Además, que la confianza es mayor entre grupos étnicamente más homogéneos y con cercanía social entre sus miembros. Otros estudios han mostrado que los rasgos de la cara de una persona y su voz son fundamentales. Mirando y oyendo a las personas decidimos en cuestión de segundos si confiamos en ellas o no. Por último, algunos plantean que confiar en una persona puede depender de los niveles de una hormona llamada oxitocina

“La baja confianza entre nosotros podría explicarse por el distanciamiento social y/o cuestiones étnicas. Somos un país muy desigual y multiétnico. Nos vemos unos a otros como personas distantes en quienes no podemos confiar. Un ejemplo hipotético y extremo es: parte de la “élite” desconfía de los pobres: la idea de que ellos no trabajan y por eso son pobres hace parte de esta desconfianza. Parte del “pueblo” también desconfía de la “élite”: la miran como personas iguales que se ganaron una lotería sin trabajar ni esforzarse y que han robado al pueblo. El resultado de esta falta de confianza es que cada grupo considere que el otro no merece nada”.

La verdad es que  la confianza tiene muchos efectos positivos en una sociedad, como: decisiones colectivas más armónicas, participación electoral, crecimiento económico, emprendimiento de empresas, funcionamiento de mercados, comercio electrónico, pago de impuestos, cambio climático y muchas otras dimensiones. Por ello, bueno sería mejorar la confianza entre nosotros y en nuestras instituciones, especialmente en estos momentos.

¿Cómo hacerlo? No es fácil y faltan cosas por entender. Es claro que la desigualdad de ingresos no ayuda para nada y que la pandemia complicó más las cosas en este frente. Seguir trabajando en reducir esta desigualdad, a través de un mejor sistema de impuestos y una mejor asignación del gasto público, podría ayudar mucho a recuperar la confianza entre las clases sociales. Entre tanto, bien haríamos si cada uno trabaja en cambiar sus creencias, en la mayoría de casos sesgados, con respecto a los demás.

Si los políticos tuvieran salarios más acordes con los ingresos de la mayoría de la gente del país y anduvieran por ahí, más al estilo Mujica, consumiendo menos  recursos públicos, la gente los sentiría más cercanos y quizás confiaría más en ellos.

“Un caso puntual donde se requiere con prontitud reconstruir la confianza es en la relación ciudadanía-Fuerza Pública. Podría recuperarse buscando intermediarios creíbles para adelantar cambios que se requieren en estas instituciones y que demanda la gente. Algunos estudios han mostrado que contar con mediadores cuando la confianza es baja puede funcionar. Es parecido a cuando una pareja que está en conflicto busca apoyo externo, o cuando en negociaciones de conflictos hay mediadores en los que las partes confían”.

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