Increíbles y cínicas fueron las declaraciones que dio el martes pasado el jefe de la delegación del gobierno en la mesa de negociación con el ELN, el señor Otty Patiño, cuando manifestó que: “el ELN no ha reclutado a menores de edad en sus filas”, y que, “si acaso existieran menores dentro de las tropas insurgentes, es porque estos habían ingresado a la guerrilla por voluntad propia”.
Esa equivocada aseveración la secunda otro de los defensores de la guerrilla, el senador del Pacto Histórico Iván Cepeda, hijo del dirigente y excongresista por el partido comunista, Manuel Cepeda Vargas. Los delitos de lesa humanidad a aquellos les resbalan.
Se supone que ellos, Patiño y Cepeda, son los voceros del presidente Gustavo Petro en la mesa de dialogo con los elenos. Lo anterior demuestra la exacta identidad de los tres en el tema.
Sin embargo, a Patiño lo desnudaron el pasado martes en el noticiero de Caracol, su director Gustavo Gómez y la periodista Vanessa de La Torre le demostraron que la misma comisión de la verdad, que fue la encargada de adelantar las investigaciones sobre la verdad de la violencia en colombia, afirmó que, existen evidencias históricas, indiscutibles, de que los grupos alzados en armas contra el estado reclutaron no menos de 1.800 menores de edad en sus filas. Lo convalido La Corte Internacional de Derechos Humanos. CIDH.
Si a mí me llegan a preguntar, puedo decir, bajo la gravedad de juramento, que eso es cierto, porque lo viví durante los tres meses en que me mantuvieron secuestrado las Farc en las montañas del Caquetá. Puedo hablar de tres, o de cuatro casos de niños provenientes del municipio de Algeciras. Esos muchachos, entre los cuales había uno en especial que no superaba los 14 años, hijo de un pastor de ese municipio de nombre Esenober, no recuerdo su apellido, me conto, que lo habían forzado a entrar en las filas, so pena de que sus padres y su abuelo podrían, si se negaba, pagar las consecuencias.
El otro caso, es el de una niña de escasos 13 años, a la que me toco enseñarle a leer; esta criatura fue violada todas las noches por uno de los que comandaban la escuadra que me mantenía vigilado en la montaña. El nombre del abusador era Juan. Este fulano, la obligaba entrar en su cambuche, o caleta, que distaba de la mía no más de 15 metros. Con tristeza y rabia la escuchaba llorar pidiéndole al bárbaro que no lo hiciera más.
Esos depravados y sanguinarios animales son hoy los contertulios del gobierno de Gustavo Petro en su política de paz total. Que sean de las Farc, del ELN o del clan del golfo, eso no es lo importante, son los mismos, se cambian el brazalete, pero son los mismos demonios.
En otra ocasión, caminando por la montaña, comandados por un tal Pompilio, el encargado de colocar la minas antipersonales en los caminos, una de las mujeres que integraban la escuadra, a propósito muy joven, en un momento de descanso, mientras Pompilio se encargaba de hacer la hornilla de la cocina, me comento que le había tocado asesinar a un secuestrado, a un hombre mayor que ya llevaba con ellos más de 6 meses y su familia había expresado que no tenía como pagar su libertad, le dieron la orden de dispararle un tiro en la cabeza cuando sus compañeros lo amarraran . Aterrado le pregunte: ¿Y Ud. fue capaz de matarlo? Ella me respondió que tuvo que hacerlo, porque le habían dado la orden y que, si no lo mataba, la matarían a ella. ¿Sera esa la Paz Total que le ofrece Gustavo Petro a los colombianos?
Julio Bahamon.