DIARIO DEL HUILA, INTERNACIONAL
Infobae
En las últimas semanas, los datos sobre los casos de coronavirus en Estados Unidos -que durante mucho tiempo han sido un barómetro de la gravedad de la pandemia- han enviado algunas señales alentadoras: la tasa de nuevas infecciones registradas está cayendo en picado de costa a costa y la peor oleada hasta el momento está finalmente cediendo. Pero los científicos están divididos en cuanto a la razón exacta de este fenómeno.
Algunos apuntan al ritmo acelerado de la administración de la vacuna contra el coronavirus, otros dicen que se debe a la variación estacional natural de los virus respiratorios y otros lo atribuyen a las medidas de distanciamiento social.
No obstante, todas las explicaciones van acompañadas de dos importantes advertencias: el país sigue estando en una mala situación, ya que continúa registrando más de 90.000 nuevos casos cada día, y los recientes avances podrían revertirse, ya sea por nuevas variantes del virus de rápida propagación o por la relajación de las medidas de distanciamiento social.
La media diaria de nuevas infecciones en Estados Unidos alcanzó su máximo histórico de 248.200 el 12 de enero, según los datos recopilados y analizados por The Washington Post. Desde entonces, la cifra ha descendido cada día, llegando a 91.000 el domingo, su nivel más bajo desde noviembre.
Un ex director de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades respaldó la idea de que los estadounidenses están viendo ahora el efecto de su buen comportamiento, y no del aumento de las vacunas. “No creo que la vacuna esté teniendo un gran impacto en absoluto en las tasas de casos”, dijo Tom Frieden en una entrevista el domingo en el programa Fareed Zakaria GPS de CNN. “Esto es lo que estamos haciendo bien: mantenernos separados, usar máscaras, no viajar, no mezclarnos con otros en el interior”.
Sin embargo, señaló Frieden, las cifras del país siguen siendo más altas que durante las oleadas que tuvieron lugar durante la primavera y el verano y “no estamos ni mucho menos fuera de peligro”. “Hemos tenido tres oleadas”, dijo Frieden. “Que tengamos o no una cuarta oleada depende de nosotros, y lo que está en juego no podría ser mayor”.
La actual directora de los CDC, Rochelle Walensky, dijo en una ronda de entrevistas televisivas el domingo por la mañana que el comportamiento de la población será crucial para evitar otro pico de infecciones y que es demasiado pronto para que los estados rescindan los mandatos llamando al uso de mascarilla. Walensky también señaló el descenso de las cifras, pero dijo que los casos siguen siendo “más de dos veces y media lo que vimos durante el verano”.
“Es alentador ver que estas tendencias descienden, pero lo hacen desde un lugar extraordinariamente alto”, dijo en el programa Meet the Press de NBC.
Los investigadores del Instituto de Métrica y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington (IHME), que publica un popular modelo de coronavirus, se encuentran entre los que atribuyen el descenso de los casos a las vacunas y a la estacionalidad del virus, que, según los científicos, puede permitir que se propague más rápidamente cuando hace frío.
En el informe más reciente del IHME, publicado el viernes, los autores escriben que los casos han “disminuido considerablemente”, con un descenso de casi el 50% desde principios de enero. “Dos [factores] están reduciendo la transmisión”, dice el informe. “1) el aumento continuado de la vacunación, ayudado por la fracción de adultos dispuestos a aceptar la vacuna, que alcanza el 71%, y 2) el descenso de la estacionalidad, que contribuirá a la disminución del potencial de transmisión desde ahora hasta agosto”.
El modelo predice 152.000 muertes más por covid-19 para el 1 de junio, pero proyecta que el despliegue de la vacuna salvará 114.000 vidas.
En la última semana, el país administró colectivamente 1,6 millones de dosis de vacunas al día, según el análisis de The Washington Post a partir de datos estatales y federales. Ha sido la mejor semana hasta ahora para la campaña, superando incluso el elevado objetivo del presidente Biden de administrar 1,5 millones de vacunas por día.
Casi 40 millones de personas han recibido al menos su primera dosis de la vacuna contra el coronavirus, cifra que representa alrededor del 12% de la población estadounidense. Los expertos han afirmado que entre el 70% y el 90% de las personas deben tener inmunidad, ya sea por vacunación o por infección previa, para acabar con la pandemia. Y algunos epidemiólogos de renombre han coincidido con Frieden, al afirmar que no hay suficientes personas vacunadas como para hacer mella en las tasas de casos.
También ha surgido una cuarta explicación, menos optimista: simplemente, hay más casos nuevos que no se detectan. En Twitter, Eleanor Murray, profesora de epidemiología en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Boston, dijo que un mayor enfoque en la distribución y administración de la vacuna podría estar dificultando la realización de las pruebas. “Me preocupa que sea, al menos en parte, un artefacto de los recursos que se están trasladando de las pruebas a la vacunación”, dijo Murray sobre los descensos.
El Proyecto Covid Tracking, que recopila y publica datos sobre las pruebas de detección del coronavirus, ha observado en efecto un descenso constante de las pruebas, que han pasado de más de 2 millones al día a mediados de enero a unos 1,6 millones un mes después. La última actualización del proyecto achaca este descenso a “una combinación de reducción de la demanda, así como a una menor disponibilidad o accesibilidad de las pruebas”.
“La demanda de pruebas puede haber disminuido porque hay menos personas que se hayan enfermado o que hayan estado expuestas a individuos infectados, pero también quizás porque las pruebas no se están promoviendo tanto”, escriben los autores.
Señalaron que una acumulación de pruebas durante las vacaciones probablemente produjo un pico artificial de notificaciones a principios de enero pero que, incluso cuando se ajusta, sigue siendo “claramente la dirección equivocada para un país que necesita comprender los movimientos del virus durante un lento despliegue de la vacuna y la propagación de múltiples variantes nuevas.”
La mayoría de expertos sí coinciden en algo: las variantes mutadas del virus suponen quizá la mayor amenaza para la recuperación del país. Una de ellas se está extendiendo rápidamente y otra, conocida como B.1.351 -conocida comunmente como la variante sudafricana, por el país donde fue detectada por primera vez- contiene una mutación que puede ayudar al virus a evadir en parte los anticuerpos naturales y los inducidos por la vacuna.
En Estados Unidos se han registrado menos de 20 contagios con esta última cepa, pero el caso de un hombre en estado crítico en Francia pone de manifiesto las consecuencias potencialmente peligrosas de la variante. Este hombre de 58 años tuvo una infección leve por coronavirus en septiembre y la cepa B.1.351 lo reinfectó cuatro meses después.
Independientemente de la causa del actual descenso de las nuevas infecciones, los expertos han instado a los estadounidenses a no ser complacientes.
“Mascarillas, distanciamiento, ventilación, evitar reuniones, vacunarse cuando se pueda. Estas son las herramientas que tenemos para continuar el largo viaje por la alta montaña”, dijo en Twitter Caitlin Rivers, epidemióloga de la Universidad Johns Hopkins. “Las variantes pueden lanzarnos un desafío, pero si seguimos bajando la transmisión podemos llegar a un lugar mejor”.