A solo 13 días de las justas electorales donde el constituyente primario tendrá la oportunidad de elegir al nuevo Congreso de la República y definir los tres candidatos que disputarán la presidencia a través de las consultas que se inscribieron en la Registraduría Nacional del Estado Civil, junto a los demás que se inscriban, se empiezan a acelerar las jornadas de las maquinarias electorales que se han conformado, para lograr las respectivas curules que los conduzcan a representar la voluntad popular durante los próximos cuatro años. Son múltiples las propuestas que se han escuchado en los diferentes escenarios donde han tenido la oportunidad de interactuar con su electorado. La mayoría de las veces, acuden a dichas reuniones no para escuchar la retórica de cada cuatro años, sino para buscar un acercamiento con los candidatos para que les brinden la oportunidad tener una oportunidad laboral o en su defecto para un familiar suyo.
Lo anterior se convierte en una simple expectativa que les expresan los candidatos, para poder cumplirles en caso de salir elegidos. Solamente el 0,01% de las peticiones se cumplen, porque el resto quedan en promesas falsas. Todos sabemos del accionar legislativo, que es muy bajo frente a la gran oferta de personas desempleadas que existen en el mercado laboral. El Estado se encuentra saturado de puestos de trabajo, así sean de planta o por contrato. El alto déficit fiscal que padece el gobierno nacional y las entidades territoriales, van a obligar por las buenas o por las malas a disminuir su fronda burocrática. Una de las causas de esta crisis social y económica, ha sido provocada por la pandemia del Covid, que, a la fecha, no se ha terminado. Y otra, de origen externo, la invasión rusa al país de Ucrania, que está incidiendo en los principales indicadores económicos de los comodities y de los bienes y servicios que se comercializan en el sector externo y donde Colombia es un actor afectado por el alza desmesurado de las mercancías que se exportan.
Otro elemento que vale pena analizar, es la pobreza de las propuestas de algunos candidatos al Congreso de la República. Con sus tradicionales discursos ventijulieros, buscan cautivar a sus electores incautos. Se les nota las deficiencias en el contenido de sus propuestas. No plantean alternativas de solución a los grandes problemas estructurales que posee la sociedad colombiana. Estas debilidades discursivas no reflejan cómo van a solucionar el problema grave del avance de la pobreza en que se encuentra sumida más de 21 millones de personas. Solamente ganan hasta dos dólares diarios, De ellos solamente siete millones solo comen una comida diaria.
No plantean acciones legislativas para resolver el creciente conflicto armado. No plantean serias iniciativas para mejorar los ingresos de los sectores vulnerables y de los que ganan un salario mínimo mensual legal. No se comprometen a fijar sus posiciones sin van a votar otras reformas tributarias. No fijan sus posiciones frente a las altas tasas de interés, al cambio climático, energías alternativas, entre otras temáticas. En fin, podemos seguir enumerando grandes propuestas que conduzcan a mejorar el bienestar de las familias colombianas. No podemos seguir enfrentándonos unos a otros. Todos merecen llegar al Congreso de la República. Es un compromiso sagrado que deben asumir ante la sociedad de no seguir con los mismos estilos de la política tradicional.