Harold Salamanca
Se vence el plazo para que el proyecto de reforma a la salud sea radicado por el gobierno en el Congreso de la República para que inicie su trámite, y muy poco se conoce de el, por lo menos de manera formal, no ha habido un texto oficial que haya sido compartido y socializado por el ministerio de salud, con los diferentes actores del sistema, incluidos desde luego nosotros los usuarios. Son muchos y muy ambiguos los mensajes que se han emitido sobre los profundos cambios estructurales, que se pretenden realizar siempre, según, el ministerio de salud, en beneficio de los usuarios.
Me preocupa que poco se habla en la reforma del mayor reto, de este y de todos los sistemas de salud en el Mundo, y es ¿cómo hacer el uso más eficiente de los recursos, para lograr la mejor salud posible?, cuando para todos es sabido, que siempre las necesidades de servicios de salud son muy superiores a los recursos disponibles. En el caso de Colombia, la desagradable responsabilidad de hacer rendir los recursos institucionalmente, se le ha entregado a las EPS desde la ley 10 de 1993, pero en el nuevo modelo a quien se le entregue esta tarea, se convertirá como hoy las EPS, en el causante de todos los males del nuevo sistema de salud.
Otro tema que me llama poderosamente la atención, hablando del cambio de modelo anunciado, que está orientado a operar desde los territorios, es la capacidad de la oferta para la atención de patologías como el cáncer, conociendo que la oferta para su atención está concentrada en pocas ciudades, dejando a los departamentos alejados y a los pacientes que serán atendidos allí y padecen el cáncer, lejos de poder continuar sin traumatismos con su tratamiento. Para los territorios es una oportunidad de fortalecer sus capacidades, pero la pregunta es ¿las personas que hoy están recibiendo tratamientos oncológicos, los pueden suspender y esperar que los territorios mejoren su oferta?
Por último y continuando en la línea de la atención de pacientes oncológicos, creo que si la reforma a la salud, no logra que se realice una atención integral de la enfermedad, evitando la fragmentación del servicio y el desgaste físico y emocional del paciente, eliminando también la pesadilla de las autorizaciones, no habremos logrado el objetivo de poner el sistema de salud al servicio de los usuarios.