Por: Ernesto Cardoso Camacho
En la columna de opinión de la semana anterior me permití expresar que al presidente Duque le quedaba una oportunidad excepcional para promover un consenso político con las mayorías del congreso que apoyan su gobierno, e incluso con los sectores de oposición, dirigido a concertar las reformas estructurales que hace varios años estamos exigiendo los colombianos.
Mencionaba principalmente la de los sistemas de justicia; político y electoral; laboral y pensional; bancario y financiero; así como una normatividad constitucional y legal que enfrente eficazmente la corrupción que ha llegado a límites insostenibles.
Argumentaba que a raíz de la estrategia del candidato Petro, sin duda el líder de la oposición al gobierno Duque; al proponer un diálogo directo con el mandatario; precisamente para buscar consensos sobre la manera de enfrentar los principales problemas nacionales; así como la evidente polarización de la campaña de 2022 entre sectores de la centro-derecha; centro e izquierda; contribuirían a generar esa oportunidad en cuanto que, tales sectores y sus voceros o eventuales candidatos, tendrían que formular con claridad sus propuestas programáticas las cuales no pueden eludir su compromiso y criterios sobre tales reformas.
Decepciona que el liderazgo del presidente no haya asumido este propósito y que muy por el contrario comprometa todos sus esfuerzos en sacar avante la llamada reforma tributaria, la que por lo que hasta ahora se conoce, se quiere camuflar como un intento de conseguir conjurar la enorme crisis fiscal y de sostenibilidad social.
Nadie desconoce la triste realidad fiscal de la Nación que se agrava por los efectos económicos y sociales de la pandemia. Pero en honor a la verdad, tampoco se desconoce que la corrupción y los corruptos se han robado desde hace mucho tiempo más de 30 billones de pesos cada año, y siguen muy activos.
En estas circunstancias, el proyecto de reforma tributaria que busca ampliar la base de contribuyentes y el incremento del IVA en ciertos productos básicos de la canasta familiar, resulta un verdadero atentado contra la clase media y los estratos bajos de la sociedad, en un contexto de creciente desempleo y de la informalidad laboral.
Todo indica entonces que pasará este gobierno sin que tengamos tan indispensables y urgentes reformas estructurales mientras que reinan la criminalidad, la impunidad, la violencia, la corrupción, el narcotráfico y demás factores que generan incertidumbre, desconfianza y debilidad institucional.
Pareciera que dadas las expectativas políticas que se avizora el gobierno del presidente Duque pasaría a convertirse en el mejor aliado estratégico de la candidatura de Petro. Las encuestas recientemente conocidas, permiten observar que la inconformidad por las difíciles circunstancias económicas y sociales, podrían generar un escenario que favorezca el crecimiento de su candidatura y lo lleven a asegurar su paso a la segunda vuelta.
La expectativa giraría entonces hacía con quien disputaría la elección. Si con el candidato que gane la consulta interpartidista entre la centro-derecha o del centro que obtenga el paso a esa segunda vuelta.
La investigación electoral y de los sentimientos y opiniones que ha divulgado la revista Semana hace apenas dos días, permite una lectura muy amplia del panorama que hoy refleja la sociedad colombiana. Ojalá su análisis objetivo conduzca a replantear ciertos dogmatismos que son evidentes en ciertos sectores del centro y centro-derecha, sobre todo, que le abra los ojos al gobierno y a los congresistas para que no jueguen con candela.
COLETILLA.- Lamentable lo que ocurre con la vacunación en nuestro departamento. Peor aun lo que ocurre en la Universidad Surcolombiana.