AMADEO GONZALEZ TRIVIÑO
Solo se necesitó que éste gobierno procediera a hacer arder el avispero de los proyectos de reformas legislativas a la salud, a la justicia, a las pensiones, al trabajo entre otros tantos, para entender que los congresistas de la república, han hecho parte de ese grupo de personas que se han encargado de llevar al país a la crisis social, económica y humana que hemos tenido que soportar y que la Administración de Justicia, ha sido el cómplice fiel, necesario y con quienes ha estado generando la pérdida de credibilidad en las instituciones, amén de que son los grandes protectores de la impunidad y de la corrupción por la mora, por la desidia, por la ausencia de mecanismos de control, como ha sucedido con los mismos entes de control, para perpetuar un caos que es creciente en la hecatombe social y humana que estamos padeciendo.
Bastó el proyecto de reforma a la salud, y los congresistas como una plaga, se unieron para defender los nefastos procesos que hemos padecido y que han llevado como lo advertíamos en algún artículo anterior, que se escuchen “por doquier la súplica de los usuarios del servicio de salud, por una atención inmediata, por una cita médica, por un tratamiento que ofrezca una mínima posibilidad de atención a los quebrantos que se presentan todos los días, como consecuencia de las insuficiencias alimentarias, de la pobreza, de los virus y bacterias que pululan entre la comunidad y todo no deja de ser eso: una súplica sin dolientes, un constante y permanente repicar sin solución a la vista”.
Por tanto, se proponen reformas que son de inmediato utilizadas para la propaganda absurda de que los partidos tradicionales, que nunca pudieron ponerse de acuerdo para proyectar un mejor sistema de salud, ahora busquen el consenso y se pongan expectantes, para proteger, y exigir e imponer criterios sobre la forma como debe manejarse dicha reforma a la salud, y no es equivocado que la Ministra en su momento haya advertido que era mejor retirar la reforma a la salud, que disponer la cesión y la rendición de los proyectos del gobierno nacional, por las formas y las talanqueras que esa clase tradicional inepta que esta en el Congreso, quiere perpetuar, defender y asumir su participación, cuando ha sido inferior al reto y al compromiso con los electores, que siguen siendo víctimas y victimarios de su propio proceso electoral.
Y es precisamente eso lo que no encontramos: solución a los problemas sociales. Las comunidades siguen siendo víctimas de todas las formas de corrupción enquistadas en las altas esferas del poder del Estado y de todas y cada una de las empresas prestadoras del servicio de salud, en una simbiosis que no es rara, por cuanto se corresponde única y exclusivamente por el mercado, por los negocios y sobre todo, por cuanto la clase política se alimenta en sus campañas proselitistas de los empresarios de salud y de todas las manifestaciones industriales, comerciales, bancarias y demás.
Ahora viene un proyecto de reforma laboral, cuando las altas cortes y los jueces de la república han obrado de espaldas a las transformaciones culturales, constitucionales, sociales y humanas y se han enquistado y se han quedado rezagadas en forma absurda y trágica, bajo el presupuesto de la ausencia de normas o de leyes que modifiquen las leyes que existían antes de la Constitución del 91.
No olvidemos y así quiero recordarles a los colombianos, que las reformas constitucionales demanda e imponen necesariamente transformaciones sociales que tienen que establecerse por sí solas, con la interpretación correcta y adecuada de dichos principios constitucionales, pero somo leguleyos, somos bárbaramente odiosos para exigir siempre una reglamentación, una ley que derogue la otra, cuando la CONSTITUCION, nos da las pautas para proceder conforme a los principios orientadores que el constituyente en su oportunidad ha dispuesto.
Congresistas, ¿cuándo ustedes han legislado por causa propia y para beneficio de las comunidades? Y lo peor del caso es que siguen en la palestra pública y se arropan con las miserias del poder que han detentado y que siguen usufructuando a sus anchas por siempre.