La experiencia nefasta que ha tenido la sociedad colombiana desde hace cuatro años, cuando se inició la llegada masiva de venezolanos, que han huido del régimen del dictador Nicolás Maduro, han generado una problemática social, económica y política para la población colombiana, se puede empeorar con el arribo de afganos a nuestro país, producto de la aceptación del gobierno del presidente Iván Duque Márquez que en coordinación con el gobierno estadounidense, se encargará de sufragar todos los gastos que demanden su estadía.
Sin embargo, se especula que serían unos 4.000 afganos que permanecerán de manera temporal en el territorio nacional; se quedarán en el país mientras el gobierno estadounidense, que cubrirá el total de los gastos de su permanencia en Colombia, adelanta su registro y traslado migratorio hacia EE.UU. Inmediatamente, la opinión pública empezó a polarizarse ante tal decisión gubernamental, dada la experiencia nefasta que han tenido que soportar las familias colombianas con los migrantes venezolanos.
Todo tiene su inicio. La situación, dramática y descorazonadora para las fuerzas gubernamentales, se convirtió en el colofón de una tragedia anunciada desde que el Gobierno de Estados Unidos anunció la retirada de sus tropas del país asiático. Desde antes del anuncio se temía que, no obstante, los años de presencia militar occidental, las fuerzas armadas afganas no iban a estar preparadas para aguantar en solitario la embestida de los integristas. Y el tiempo lo ha confirmado.
Los talibanes llegaron en cuestión de días a Kabul, el presidente Ashraf Ghani huyó, su gobierno se desmoronó y la desesperación se apoderó de miles, que bien pueden ser objeto de desquite a manos de los nuevos gobernantes. Ni hablar del desasosiego de millones de mujeres que, con toda la razón, se sienten en la antesala del infierno. No menos ansiedad han de experimentar todos aquellos que no son musulmanes suníes, como lo son los nuevos dueños del poder.
Pero en el fondo, el dolor está en el pueblo afgano, en su educación, sus libertades y el regreso a una especie de edad oscura que aspiraban a superar. Pero es importante que la opinión colombiana, conozca de manera precisa, sobre la situación de la población afgana que va a llegar a Colombia. Tampoco sabemos con precisión cuándo van a llegar, o cómo son sus perfiles; cuántos hombres y mujeres o cuántas familias llegan con niños.
Hay que destacar la solidaridad de algunos alcaldes ciudades capitales, quienes han mostrado su solidaridad y están dispuestos a colaborar con el gobierno nacional, para brindarles refugio a esta población desplazada. Este proceso sí sería un hito en materia de refugiados en Colombia.
