Fernando Guzmán
Al Congreso de la República, conformado por partidos y movimientos políticos, le corresponde hacer las leyes y ejercer control político sobre el Gobierno. Además, “representan al pueblo, y deberán actuar consultando la justicia y el bien común.” (C.P. Art. 133). El Acto Legislativo 1 de 2009 introdujo dos aspectos fundamentales para asegurar tal representación: el voto nominal y público de los congresistas como regla, así como la responsabilidad política “ante la sociedad y frente a sus electores del cumplimiento de las obligaciones propias de su investidura.
Sin embargo, el actual Congreso que termina en junio de 2022, por la caída de la confianza de los ciudadanos en dicha institución en los últimos años al 14%, y frente a los partidos políticos al 11% (Latinobarómetro 2021); supera a los anteriores. Las explicaciones son diversas y van desde la corrupción hasta la evidente desconexión con los ciudadanos. La lectura tiene matices, aunque no salva lo esencial del problema. Y muchos los proyectos de ley que dan cuenta del problema -la reforma tributaria, retirada por presión de la protesta social o la modificación de la ley de garantías electorales-.
Según registro del CNE, de 16 partidos y movimientos, cinco se declararon de gobierno, seis de oposición y el resto independientes. Pero, en la práctica, en el Congreso la coalición de gobierno reúne dos terceras partes y la oposición funciona como minoría -ahora dividida-. De esta forma, el poder del Ejecutivo incide más que los ciudadanos en las decisiones del Congreso. En razón de la actual crisis, agravada por tal aplanadora gobiernista, las expectativas de cambio frente a las elecciones 2022 son altísimas y gran parte de la atención se ha fijado en la necesidad de renovación del Congreso.
Sin embargo, tras la inscripción de 2.966 candidatos a través de 787 listas el pasado 13 de diciembre, el balance -pese a los números- a primera vista resulta desalentador. Pues, las listas conformadas más que con interés en la renovación, parecen un reacomodo de los mismos actores conocidos y con opciones, bien sea en cuerpo ajeno o saltando de otra corporación -Concejo o Asamblea- o quienes buscan volver, inclusive por otros partidos. Claro, hay algunas nuevas opciones -muy pocas- que ojalá lleguen. Difícil.
Así las cosas, lo más probable es que se mantenga la tendencia predominante. Claro, muchas listas no descuidaron el marketing buscando exhibir la mejor vitrina navideña posible, pero ello en sí mismo tampoco implica renovación.
Esto me recuerda el cuento “Regalo de año nuevo” de Rafael Barrett, conocedor de América desde el Río de La Plata, donde narra que siendo muy pobres tenían unos tíos riquísimos, pero que no hacían caridad más que a Dios. Y que de pronto el día de año nuevo, dichos tíos llegaron a visitarles y el lacayo cargaba al hombro un fardo colosal atado con cuerdas. ¿Qué será? Se preguntan. Después del saludo, la tía les dice:
“Hijitos míos, os traigo como regalo de año nuevo algo muy útil en una casa como la vuestra…, os servirá para mil menesteres… os será cómodo a cada momento…
—Pero ¿qué es?… ¿qué es?.,.
—¡Periódicos viejos! ¡Todos los diarios del año!”