Por: Ernesto Cardoso Camacho
Para abordar este tema tan complejo es necesario recordar la historia del pensamiento político constitucional que ha evolucionado en Colombia.
Desde los orígenes de nuestra independencia y en el tránsito a la conformación de la República, el enfrentamiento ideológico entre quienes contribuyeron a la formación de nuestra nacionalidad, siempre estuvo marcado por las diferencias en estas dos concepciones políticas, al punto que en su desarrollo, se produjeron varias guerras civiles que fueron acentuando las diferencias.
Los historiadores han coincidido en señalar que los respectivos liderazgos de tal enfrentamiento se personaliza en Bolivar y Santander, a quienes junto a otros destacados personajes de la gesta libertadora, se les reconoce como inspiradores de los dos principales partidos históricos que construyeron las instituciones que aún hoy, con naturales adaptaciones, han consolidado el sistema democrático que con carácter de Estado Social de Derecho le fue imprimido en la Constitución vigente.
El largo recorrido entre 1810 y la fecha presente, nos permite señalar que nuestras instituciones han mantenido la esencia del espíritu democrático, salvo pequeños períodos en los cuales los protagonistas han caido en la tentación de convertirse en dictadores o autócratas, sin haber caído propiamente en la tiranía.
Conocidos estos breves antecedentes históricos, conviene ahora describir la naturaleza jurídica y política de los dos conceptos. El centralismo, ha sido definido como la forma de gobierno en la cual se propone una autoridad que representa a todos los territorios o regiones que conforman la geografía nacional; mientras que el federalismo, casi que por oposición conceptual, se entiende como el sistema de gobierno que reconoce autonomía e independencia a esos territorios o regiones, aunque el poder político o la soberanía nacional, descansa en una una sola autoridad llamada Estado Federal.
La prolongada discusión ideológica y política que caracterizó buena parte de nuestra historia se reflejó en las diversas constituciones adoptadas, en gran medida, por quienes vencían en las guerras civiles suscitadas para zanjar el predominio de unos sobre otros. Muchos aseguran, sin faltarles buena parte de razón; que el origen endémico de nuestra violencia se localiza en esos atavismos históricos estimulados por los jefes de los partidos tradicionales; quienes en su momento nos condujeron a las atrocidades absurdas de la violencia partidista.
Curiosamente los constituyentes del 91 crearon una especia de transacción ideológica y política al respecto, cuando definieron en el preámbulo y en el artículo primero de la Carta, expresiones como estas: » Colombia es un Estado Social de Derecho, organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista………………….» Algunos afirman que es una evidente contradicción conceptual que un Estado se organice como Republica unitaria al mismo tiempo que sea descentralizada y con autonomía de sus entidades territoriales. No obstante, dicha contradicción ha sido resuelta por la jurisprudencia de la Corte Constitucional, aunque todavía se generan tensiones en temas cruciales como el ordenamiento territorial y la protección ambiental frente a la explotación de nuestros recursos naturles.
Estas breves reflexiones se suscitan con fundamento en dos apreciaciones. La primera, en que el funcionamiento del Estado en sus diversos niveles ha llegado a un alto grado de ineficiencia, donde los problemas sociales a su cargo se multiplican y crecen y en consecuencia las soluciones se hacen cada vez más difíciles y costosas. La segunda, muy evidente en éstos días, se relaciona con las promesas del gobierno Petro dirigidas a estimular y promover el desarrollo territorial, en el marco conceptual del proceso de paz de Santos. Ha llegado incluso a proponer la creación del Estado o provincia del Pacífico.
Ello permite presumir que con lo que estamos observando a raiz del comienzo de los gobiernos territoriales y locales; donde se expresan claras dificultades en las relaciones políticas entre La Nación-presidente Petro- y los gobernadores y alcaldes; probablemente se va a agitar de nuevo la vieja disputa entre Federalsmo y Centralismo.
Habrá que seguir con atención el tema que despertará mucha controversia.