Santiago Ospina López
El mundo es cada vez más global y las distancias parecen cada día más cortas. Hoy, debido a los viajes por estudios, traslados por trabajo o la búsqueda de nuevas oportunidades de vida, las relaciones a distancia han dejado de ser un tabú y se han convertido en la realidad de muchas personas.
En el pasado cuando se mencionaba una relación a distancia saltaban frases como «amor de lejos, amor de pendejos» que servían para ridiculizabarlas, asociándolas con una ingenuidad y fragilidad que solo llevaba al fracaso emocional. Sin embargo, esta percepción, propia de un mundo más pequeño y desconectado se dispersa en este mundo moderno frente a las dinámicas y costumbres del contexto actual, donde las relaciones a distancia son cada vez más viables y duraderas según afirman diferentes estudios.
Sostener una relación a kilómetros es, desde su base, una enorme prueba de amor. Enfrentarse a despedidas constantes, a vacíos que no se pueden llenar con abrazos diarios y a la soledad en momentos necesarios nunca será fácil, y es una realidad que en mi caso he aprendido a aceptar en mi relación.
Pero así como existe el dolor en cada ‘hasta luego’, también está la alegría de los reencuentros, esos momentos que se guardan en la retina en los que el tiempo y la distancia parecen no haber existido nunca. Son instantes que le dan sentido a cualquier sacrificio y que demuestran que el amor, cuando es auténtico, no entiende de fronteras.
Antiguamente la mejor opción para quienes se enfrentaban a este reto eran cartas que llegaban meses después, o llamadas a distancia con costos impagables. Hoy, sin embargo, vivimos una era en la que la tecnología acorta distancias como nunca antes. Desde una videollamada diaria hasta vuelos cada vez más accesibles, las herramientas se democratizan a un ritmo sin igual para que las parejas puedan mantenerse conectadas y, más allá de las dificultades, logren seguir cultivando su vínculo. La distancia física, que nunca será del todo reemplazable, deja de ser una frontera cuando hay confianza, fe y un propósito compartido.
Sin querer romantizar la dificultad ni minimizar la tristeza, pienso que las relaciones a distancia son una oportunidad para crecer y consolidar valores como el compromiso, la lealtad y la confianza, ingredientes fundamentales si se busca construir a largo plazo sea a la distancia, o no.
A quienes vivimos en esta realidad temporal no se nos debería ver como ingenuos, sino como personas con determinación y autoconfianza en el futuro, que va a requerir en diferentes fases de la vida nuestra perseverancia y esfuerzo.
En este mundo cambiante y moderno, las relaciones a distancia son, cada vez más, una prueba del amor en su forma más valiente.
Con el aroma de un café que une corazones, los saludo,