Por: Carlos Tobar
Una de las debilidades políticas de este país es la ausencia de partidos políticos serios y representativos. Los partidos políticos son instituciones fundamentales en el funcionamiento de la democracia. Digamos categóricamente que, sin partidos políticos no puede haber democracia.
¿Por qué hacemos esta afirmación? Porque los ciudadanos necesitamos que haya organizaciones especializadas que representen nuestros intereses más particulares. Si una sociedad como la nuestra producto de una economía de mercado está dividida en clases, sectores de clase, grupos sociales y personalidades con alguna u otra afinidad económica, social, cultural es preciso que tengan expresiones políticas organizadas que los representen.
Nuestro bajo nivel de cultura política ha llevado a que en el imaginario popular el sinónimo de política sea la corrupción. Es decir, el abuso del poder para beneficio de un grupo pequeño de ciudadanos que se mueven en el entorno de los “líderes”. Es el clientelismo que se entronizó en el país como herencia perniciosa de los múltiples intentos por erradicar la violencia de las relaciones sociales cotidianas. No entendimos que las diferencias por grandes que sean debían tramitarse por métodos civilistas.
Por distintas razones, que no vamos a explicar en este corto artículo, a lo largo del siglo XX Colombia no ha podido construir una democracia fuerte y representativa. Algo hemos avanzado, pero falta mucho camino por recorrer.
Los avances logrados, sobre todo en la primera mitad del siglo pasado que logró la consolidación de los dos partidos tradicionales liberal y conservador que reflejaron en cierta medida los intereses de empresarios, trabajadores asalariados, dueños de la tierra y campesinos, alcanzaron un cierto arraigo nacional y defendían los intereses de esos sectores en lo interno y, en las relaciones internacionales frente a los países del vecindario y los grandes poderes económicos y militares del mundo.
En la avanzada cultural de las ideas y prácticas neoliberales que precisaban en sus turbios propósitos la desnacionalización política del país, los partidos tradicionales fueron socavados, debilitados, corrompidos en su ideario nacional para sin oposición alguna poder saquear como lo hizo el gran capital nacional y extranjero, las riquezas que los colombianos habíamos construido con gran esfuerzo y sacrificio en décadas de trabajo duro.
La historia política de este siglo ha estado marcada por los movimientos políticos caudillistas. Así aun en los viejos partidos tradicionales que, terminaron identificados por los apelativos de sus líderes: lopistas, lleristas, ospinistas, laureanistas, y muchos otros de menor cuantía a nivel regional. Es la expresión disminuida de microempresas electorales que no de partidos políticos representativos de intereses colectivos.
El próximo sábado 18 de febrero, dos organizaciones políticas que representan una manera diferente de hacer política Dignidad y Compromiso Ciudadano, han decidido emprender la ardua tarea de construir un auténtico partido político que guiado por el principio fundamental de luchar contra la corrupción, se comprometa a representar los intereses de los sectores de la producción y el trabajo nacional.
Neiva, 13 de febrero de 2023
