Por: Carlos Tobar
En los últimos fines de semana se han venido agudizando las congestiones vehiculares en el área urbana del vecino municipio de Rivera. Sobre todo en la vía a las fuentes termales. Se forman unos trancones de tal magnitud que cualquier visitante bogotano no extrañaría su ciudad.
Igual sucede con sus limitadas vías de acceso. No solo la vía principal, la ruta 45, que lleva varios años de atraso en una concesión que tiene como meta inmediata, la doble calzada Neiva – Campoalegre, es un cuello de botella para acceder al municipio, aunque la construcción reciente de la vía de acceso desde el cruce ha mejorado el tránsito vehicular.
Algo ayuda, la variante del Juncal. Aunque fue construida hace pocos años, la vía por El Caguán, la Ulloa, Rivera, presenta graves deterioros en su funcionamiento, a más de las limitaciones de una vía rural por sus especificaciones. Igual sucede con la variante de Riverita.
Es cierto que por las condiciones naturales, una ubicación en el piedemonte de la cordillera oriental, en un valle del río Magdalena que ha sufrido históricamente de las altas temperaturas, a más del espíritu emprendedor de algunos de sus habitantes, lo hace atractivo para que neivanos, huilenses, colombianos y extranjeros, miren en el municipio como un refugio atractivo para vivir y para solaz de los fines de semana.
Paralelamente, muchas personas que trabajan en Neiva, la ciudad capital, han buscado a Rivera como una población dormitorio. Su cercanía, su clima privilegiado, un ambiente natural acogedor, sus gentes, la tranquilidad…, invitan a residenciarse en ella.
Los atractivos que señalamos arriba pueden diluirse en el caos si la municipalidad no planifica y regula su desarrollo. No solo el casco urbano, sino sobre todo las áreas rurales que por todos los puntos cardinales, está viviendo un auge de la urbanización privada.
Con la oferta gastronómica in crescendo decenas de negocios que convocan a miles de clientes, la mayoría de los cuales se movilizan en vehículos particulares, carros y motos, exigen vías y zonas de parqueo con mayor capacidad. Lo que obliga a la administración municipal a embarcarse en planes y programas de largo plazo, so pena de abortar la bonanza turística.
La reflexión final es sobre la urbanización sin control ni regulación de condominios privados en las zonas rurales y urbanas que exigen normas sobre servicios públicos y accesos viales suficientes para los potenciales habitantes.
No se puede despreciar la exigencia del suministro de agua potable certificada, y el manejo responsable de aguas servidas y basuras. Problemas que si no se atienden oportunamente se pueden convertir en bombas de tiempo.