Diario del Huila

Robo, atraco y muerte

May 20, 2024

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Por: Gerardo Aldana García

Neiva, como tantas ciudades de Colombia, fue escenario de un drama más de infortunio bajo los influjos del crimen del robo en asociación con atraco, con un desenlace lamentable de un herido, un muerto y un ciudadano de bien, hoy con un proceso judicial, probablemente por homicidio, a cuesta.

Henry David Perdomo,  según informaciones de prensa, sería el atracador de veintidós años que resultó muerto en momentos en que pretendía perpetrar un robo a uno de los comensales que degustaba alimentos en una panadería del sur de la capital huilense.  En la preparación de un crimen, el delincuente siempre lleva el factor sorpresa como su principal fortaleza, seguido, generalmente del porte inexorable de un arma con la que intimida, somete y si es del caso, asesina a su víctima. El ciudadano colombiano desprevenido, es la principal víctima potencial para los criminales que ejercen el fleteo, atraco, robo, carterismo, raponazo o el asesinato. El caso es que en muy pocas ocasiones la reacción instintiva de la víctima tiene éxito, dado que el victimario ha estudiado previamente la escena del crimen a cometer, analizado la debilidad de su objetivo, las salidas de escape, la forma de tomar el botín, las palabras para amedrantar e incluso en qué momento debe accionar su arma, sea pistola, revolver o cuchillo.

No obstante, lo recurrente de esta clase de crímenes en la vida diaria de los colombianos, que puede llevar a la perdida de asombro de tan deplorables hechos, aparecen de vez en cuando escenas inéditas en donde el victimario sufre el infortunio para él, de su captura, golpes y heridas, o incluso, la muerte. Frente a la situación en donde el perpetrador del crimen resulta perdiendo, en general la comunidad es proclive a celebrar, lo que es entendible dado que cada afrenta a un ciudadano de bien, lo es a la sociedad en general; es decir, si el lamentable hecho le ha sucedido a un vecino o a un desconocido, en cualquier momento puedo ser yo, suele sentir el observador del crimen u oyente de la triste noticia. En algunos casos, como el del pasado 14 de mayo en donde el presunto criminal terminó muerto a manos de su presunta víctima, algunas reacciones minoritarias se han escuchado en el sentido de que, una vez sometido el infractor, debería respetársele la vida.  El caso es que, una cosa es opinar desde fuera de la escena y otra muy diferente vivirla bajo el torrente de adrenalina disparada cuando tus bienes personales, o tu familia o tu propia vida, son amenazados; en tales circunstancias el juicio y la razón tienen una venda y quien mira para tomar decisiones, es el instinto de la autoconservación. Vaya menudo asunto del que debe ocuparse el juez a la hora de determinar si la reacción en posible legítima defensa es realmente admisible y por ende deberá liberar a quién dio muerte al criminal que inició la escena del crimen y en la que dejó su vida.

Mientras embolaba mis zapatos en el Parque Santander de Neiva, se escuchaban voces que celebraban la hazaña del adulto mayor que dio muerte al joven delincuente; decían, porque esa pichurria mejor no trabaja, siempre hay algo honesto que hacer, pero prefieren lo fácil y mire lo que encuentran.

Creo que la especie humana debe lamentar este tipo de hechos, e incluso debemos todos sentir vergüenza de que tales momentos se sigan registrando en nuestro entorno. Creo que los gobiernos hacen cada día cosas pensadas en oportunidades para los jóvenes, para su estudio, su trabajo, su inclusión social y cultural. Es bueno y necesario que la juventud ponga de su parte. Muchas veces el ejemplo de padres delincuentes sentencia al fracaso a su propia prole; no obstante, siempre será tiempo de enderezar el camino tras un mejor vivir.

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