Diario del Huila

Rodolfo, incorrecto

Jun 1, 2022

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Melquisedec Torres

Nada más singular, fuera de lo común, extraño, exótico, políticamente incorrecto y de alto impacto en la historia nacional que el resultado electoral del ingeniero Rodolfo Hernández Suárez. Candidatos sui generis hemos tenido muchos, de distintas aleaciones y comportamientos incluso folclóricos, al borde de la demencia, como la “bruja” Regina 11, Moreno de Caro (no fue presidencial), Guillermo Nanetti y, el más famoso en lo pintoresco, Gabriel Goyeneche —candidato entre 1958 y 1974—; sacando siempre menos de mil votos como liberal independiente, se convirtió en símbolo de propuestas absurdas, de ideas extravagantes y de una forma de hacer política que se mofaba con su propia figura.

El ingeniero Hernández no encuadra en esos moldes de la extravagancia y la irresponsabilidad del absurdo para dirigir el país, pero roza los límites. Solo ha ocupado un cargo público relevante, alcalde de Bucaramanga, la quinta ciudad del país. Y, de acuerdo con el promedio de sus indicadores de resultados y popularidad, le fue muy bien, con una aprobación final del 84 %, pese a que renunció meses antes de terminar su período tras ser sancionado.

Más que folclórico, lo que Hernández comunica, y lo que de él impacta, es su manera desabrochada, ramplona, simplista, nada acartonada, políticamente incorrecta y, en muchos casos, abiertamente vulgar; la diplomacia le es ajena, las maneras de conducirse según la etiqueta o el protocolo poco le importan. Y encanta a sus seguidores que, siendo multimillonario, en un país con una enorme desigualdad social, se muestre humilde, sin aspavientos; no exhibe marcas ni lujos, aunque los tenga a montones.

Otro elemento clave es que irradia el mensaje del resultado mediante el trabajo constante, del sacrificio personal para sobresalir y triunfar, del sudor y lágrimas para alcanzar el éxito.

Hernández, como lo han hecho otros en diversos países (no se está inventando nada), maneja populismo sin fachada; ha construido su campaña con tres frases de impacto sin matices: no robar, no mentir, no traicionar, y persistir una y otra vez en hablar de los ladrones del dinero público, enfatizar para cualquier temática en acabar con la corrupción, mostrándose como el verdadero adalid, el caballero contra los dragones de la politiquería, en una lucha que hasta ahora nadie ha conseguido materializar.

Estamos a punto de que el país haga el tránsito de un presidente muy joven, Duque, a uno que lo supera por 32 años; Manuel Sanclemente fue presidente a los 85 años, entre 1898 y 1900, y, dada su senectud, achaques y alejamiento de Bogotá, fue depuesto. Hernández, a sus 77 años, se muestra vigoroso, hace gala de ejercicios físicos y de virilidad. Desde Virgilio Barco, que fue presidente a los 65 años, en 1986, el país no ha tenido un presidente mayor de 50 años (Uribe, al ser electo en 2002, tenía 49 años).

Rodolfo Hernández ha roto la normalidad. Si gana o no y cuán serias y factibles son sus propuestas, habrá mucho para decir. Por ahora, es la vedette y a él le encanta

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