Amadeo González Triviño
Nenfis Perilla, Edwin López y Santiago Suárez, han propiciado un evento cultural que ha servido para romper la monotonía de nuestra provincia, que en un acto heroico han realizado una gesta histórica, una hazaña de impredecibles resultados, máxime cuando se cuenta con una población envilecida por intereses mezquinos y por esa ambición o deseo populista de algunos comunicadores, que dejaron de escribir para informar o comunicar lo que acontece en nuestro medio y se dedicaron a replicar las noticias que sus jefes o patrocinadores les imponen, para satisfacción de sus necesitades alimentarias.
Y es que la vida es eso. O bien un proceso de digestión o un proceso de creación. El arte en consecuencia, cumple una labor que va más allá de lo que hemos estado acostumbrados a presenciar, a reconocer y a convalidar en nuestro medio social, pues el artista recrea la belleza de su imaginario, con el imaginario del espectador, del lector o de las personas a quienes se les transmite un mensaje, un cuadro, una voz, un estilo de ensoñación que va de la mano con la espiritualidad y con el aliento de los dioses invisibles que todos llevamos dentro.
No olvidemos que la creación artística no es monoteísta, no es monógama, no esta signada por patrones inamovibles, sino que es caótica, poliforma y por qué no, anárquica en el mejor de los sentidos, cuando rompe con lo tradicional, cuando trasmuta lo esencial o necesario, por aquellos elementos que sobrepasan la divinidad o la frondosidad de la belleza.
Esta semana, el pasado martes, como cosa del otro mundo, concurrimos a la inauguración de una Galería de Arte en Garzón, y es cosa del otro mundo porque realmente es algo extraordinario el evento en el que participamos muy pocas personas y la ausencia de las grandes personalidades o ciudadanos está justificada por la falta total de reconocimiento de lo que es la cultura o el arte o nuestra aproximación a los creadores y a los eventos que realmente nos unen.
Decimos lo anterior, porque no son acontecimientos usuales en nuestro medio y como no tienen la bendición de la clerecía local, pero es un alimento para quienes hemos roto los lazos canónicos con la ritualidad y con la burocracia oficial, la cual solo es compatible con la corrupción y con el caos de arrasar el patrimonio oficial o los bienes del Estado, y de verdad que quienes hemos participado de este evento solo tenemos que agradecernos mutuamente por la solidaridad y el apoyo que debemos seguir brindándonos a nuestra propia obra, a nuestra creación y en medio de todo, que tenemos que romper con los esquemas tradicionales y buscar dejar una huella, de esas que solo la genialidad de unos pocos, puedan encontrar en el sendero de su realización, no de los borregos que se aglutinan para beneplácito de castas familiares o de políticos que destruyen todo, todo cuanto tienen a su lado.
La provincia cada día nos enseña que no podemos quedarnos a vivir la monotonía de lo banal, de lo simple, que tenemos que ir más allá de lo que trascienda y especialmente debemos dejar de lado la monotonía de lo trivial, como es precisamente el interés o la ideología de aquellos que se mueven según sus intereses mezquinos de usar y abusar del otro, para unirnos en torno a todo aquello que concite el espíritu y la sensibilidad humana hacia el enaltecimiento de la belleza en conjunción con lo profano y la visión erótica de lo estéticamente soñado como esperanza de vida y de deseo o de pasión por la vida.
Quizá por ello no hacemos montón, somos pocos, pero sabemos vivir sabroso, hemos recorrido parte del mundo y lo primero que siempre hemos buscado son las grandes librerías o los grandes museos y muestras de arte, amén de una buena cinemateca o de la posibilidad de participar en eventos culturales y artísticos, pero estar en esta provincia, y poder sentir el calor y la dimensión de un artista que nos invita a navegar en su creación, es realmente un regalo que no esta dispuesto para todos, y mucho menos para quienes bajo la égida de la mojigateria y de la camándula, han aprendido a rezar y pecar, para igualar lo más bajo de la condición humana.
Un abrazo a los grandes artistas que siguen cosechando y abriendo espacio para navegar en el sueño de lo imposible. Nenfis Perilla, Edwin López y especialmente el joven SANTIAGO SUAREZ, una voz prodigiosa que nos evocó a los grandes tenores del Bel Canto.