El trabajo colaborativo entre los dos regímenes involucra la fabricación de tecnología que cumpla misiones con fines bélicos y de espionaje en Kiev, la empresa encargada es de origen iraní y se instaló cerca de Ucrania.
Por: Angélica Andrade
A partir de la cooperación que incluye las operaciones secretas que mantienen Rusia e Irán, en las que se circunscriben la producción de aeronaves no tripuladas en territorio ruso con asistencia iraní, están alcanzando más que la aparente producción de drones, toda vez que ya había alertado a los países de Occidente cuando se dio a conocer la información en julio de 2022.
La cercana cooperación de los dos regímenes encierra una nueva fábrica en Tatarstán, una provincia rusa que al inicio se facultaba aparentemente para construir vehículos aéreos no tripulados con objetivos agrícolas pero que, en la actualidad, según medios internacionales, efectúa misiones bélicas y de espionaje en las acciones de invasión a Ucrania.
El nombre de la empresa que ejerce en un lugar estratégico para la alianza ruso – iraní es Albatross, cuya función consiste en fabricar drones de identificación que le faciliten la entrega de información al ministerio de Defensa de Vladimir Putin.
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Hasta el momento se continúa expresando que Moscú le ha encargado a esta empresa, la cual está en el centro de una sociedad tecnológica en expansión con Teherán, instituir su facultad de fabricar drones domésticos para contribuir con su invasión en Ucrania y esquivar las sanciones occidentales.
Sumado a lo anterior, se ha planteado que el accionar de la compañía en las infraestructuras que tienen en Rusia se ha elevado en los últimos meses y el parque corporativo donde está su sede empezó una operación para vincular ingenieros de artefactos aéreos no tripulados que hablen persa y que tengan la capacidad de traducir “documentos técnicos”, que logren espiar espiar mediante el reconocimiento de los drones.