Las fuerzas rusas bombardearon este jueves la ciudad de Dnipró utilizando misiles balísticos intercontinentales y otros proyectiles de alta precisión.
Según la Fuerza Aérea de Ucrania, este ataque es el primero en el que Rusia emplea este tipo de armamento en la guerra, destacando la creciente gravedad de las hostilidades.
El ataque se produjo días después de que Estados Unidos, España, Italia y Grecia cerraran temporalmente sus embajadas en Kiev ante la amenaza de un posible bombardeo masivo por parte del Kremlin.
Las defensas ucranianas lograron interceptar seis de los siete misiles de crucero Kh-101 lanzados, pero no pudieron derribar el misil balístico intercontinental ni el Kh-47M2 Kinzhal, conocido por su sofisticada tecnología. El impacto alcanzó fábricas, infraestructuras críticas y un centro de rehabilitación, dejando un saldo de dos personas heridas y múltiples daños materiales, según informó Sergii Lisak, gobernador de la región de Dnipró.
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La reacción de Zelenskyy
El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskyy, respondió al ataque con un mensaje contundente que resaltó la naturaleza estratégica y política de estas agresiones.
“Hoy, nuestro vecino loco ha vuelto a mostrar su verdadero rostro: su desprecio por la dignidad, la libertad y la vida humana. Este bombardeo no solo busca destruir infraestructura, sino también demostrar el miedo que domina al Kremlin frente a una Ucrania libre y soberana”, declaró Zelenskyy.
El mandatario denunció que Rusia está utilizando el territorio ucraniano como un «campo de pruebas» para sus armas más avanzadas, mientras busca alianzas con países como Irán y Corea del Norte para reforzar su arsenal. Además, Zelenskyy subrayó la resiliencia del pueblo ucraniano, al que describió como un símbolo de dignidad y valentía frente a la agresión.
El uso de misiles balísticos intercontinentales en un conflicto abierto es un hecho que eleva las tensiones globales. Este tipo de armamento, diseñado para alcanzar objetivos a gran distancia, rara vez se utiliza en guerras convencionales debido a su potencial destructivo y las implicaciones políticas que conlleva.
Mientras las investigaciones continúan, el ataque a Dnipró se percibe como un intento del Kremlin de aumentar la presión sobre Ucrania y sus aliados internacionales, en un momento en que las tensiones diplomáticas entre Rusia y Occidente alcanzan nuevos picos.
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